Lo que ha quedado al descubierto en estas últimas sesiones de “negociación” de República Dominicana es la obsesión por el reconocimiento a la fraudulenta ANC y por el levantamiento de las sanciones internacionales a sus funcionarios corruptos y violadores de Derechos Humanos.
Los portavoces del régimen demostraron que poco o nada les importa la grave crisis que hoy ahoga a los venezolanos, solo hemos visto risas burlonas en sus rostros y de sus bocas solo han surgido mentiras y manipulación. No han demostrado el mínimo remordimiento por las muertes que han provocado y durante todo el proceso le han huido a su responsabilidad que como gobierno tienen de garantizar vida, educación y salud a sus ciudadanos.
Lo que sí han mostrado, sin tapujos y descaradamente, es que su intención siempre ha sido perpetuarse en el poder. Un poder que mata, que tortura, que encarcela y que persigue a todo aquel que se atreva a poner en riesgo su permanencia, y en este afán ya llevan 20 años de horror, miseria, anarquía, manipulación, populismo y mentiras.
Y así llegamos al miércoles y no hubo acuerdo, a pesar de que el siniestro de Jorge Rodríguez se empeñó en imponer una falsa tesis de un “pre acuerdo”, pues no lo hubo, no hubo, consenso, acuerdo, no hubo nada. Tanto que no hubo nada, que hasta el propio presidente dominicano tuvo que salirle al paso al manipulador psiquiatra para desmentirlo.
Ese episodio de vil manipulación le puso fin a la “negociación” en Dominicana. Un proceso que estaba destinado al fracaso al tener en un bando a unos asesinos junto a algunos mediadores poco confiables cuya misión fue obligar a los venezolanos a arrodillarse ante la fraudulenta ANC.
El tiempo y el oxígeno a esa negociación y al régimen ya se agotaron, ahora nos corresponde a todos los ciudadanos y al mundo entero empujar por el cambio en Venezuela.
Es hora del verdadero diálogo, transparente, real y franco, donde nos reconozcamos y reencontremos todos. Ese es el verdadero diálogo que debe venir, el de todos los que adversamos a Maduro.
No es momento de cuestionar a quienes participaron en estas jornadas de negociación, es hora de hacerle frente al verdadero causante de todos nuestros males.
Los portavoces del régimen han gozado con el dolor y el sufrimiento de los venezolanos, hasta se inventaron el fulano “pre acuerdo” para desprestigiar a la oposición. Lo que tal vez no entran en conciencia estos siniestros personajes, es que los venezolanos que hacen colas en la farmacia, en el supermercado, en el cajero automático, en la parada del transporte o en la emergencia de un hospital, ellos sí están llegando a un acuerdo, están de acuerdo en que no están dispuestos a calarse un minuto más a este régimen.
Este pueblo junto a sus dirigentes están prestos a sentarse en una mesa de verdadero diálogo pero para conformar un frente amplio y sólido para luchar contra la dictadura y hacer valer y respetar, a una sola voz, el pliego de peticiones: Elecciones presidenciales con garantías de equidad y confianza, restructuración del CNE, acompañamiento internacional independiente, libertad para los presos políticos y abrir con urgencia el canal humanitario para detener las muertes en nuestro país.
Así que la exhortación es a todos a seguir el mensaje que recientemente nos entregó la Conferencia Episcopal venezolana: es momento de despertar y reaccionar. A todas las organizaciones políticas y sociales, a los activistas de Derechos Humanos, a los gremios profesionales, al sector universitario, a los estudiantes, a los sindicatos, a la Iglesia, a todos los venezolanos, a que nos unamos en un gran diálogo para hacerle frente y poner fin a este régimen agónico. Recordemos que no estamos solos, que la luz del mundo nos sigue y nos protege.