Con esta profética frase, Teodoro Petkoff, en 1998 decidió renunciar tajantemente al Movimiento al Socialismo, partido que había fundado en 1971. “Genio y figura”, lapidario, vertical, irreverente, así fue el hombre que durante el último día de octubre de 2018 dejó este plano para trascender a la historia de la lucha de la democracia en Venezuela.
Los espero en la bajadita, así de clarito, este hombre de apellido Petkoff y que nació en El Batey, se las cantó a sus compañeros del MAS cuando estos apoyaron a Hugo Chávez. De eso hace ya 20 años, interesante sería preguntarles a Leopoldo Puchi y a Felipe Mujica, artífices de aquella decisión, si viendo el panorama de la Venezuela de hoy, valió la pena aquella decisión, si valió la pena ver a su país enterrado en el foso de una crisis humanitaria sin precedentes.
Teodoro fue una de las piedras más incomodas en el zapato de Chávez y del inefable de Diosdado Cabello. Estos dos personajes actuaron de mil maneras en su contra para doblegarlo, y nunca lo lograron hacer.
Ordenaron su salida del Diario El Mundo, medio del cual fue director, porque sus editoriales mostraban las heridas en carne viva que producían los zarpazos de la revolución.
El inquieto Petkoff no permitió que la voz de la crítica fuera acallada, y en medio de la censura, de la persecución y el acoso, fundó Tal Cual, desde esa trinchera, su pluma no tuvo descanso. Pero nuevamente la censura del régimen a las voces disidentes, operó por la vía judicial y policial, y fueron con todo en contra de este combativo hombre.
Y cuando hablamos de un hombre combativo lo decimos en base a su historia de vida, Petkoff el guerrillero, el ministro, el de convicciones inquebrantables, protagonizó episodios de persecución y escapadas, casi que de película.
En los años 60, movido por sus convicciones, se fue a la insurrección armada izquierdista, eso le valió varias detenciones, lográndose escapar al menos en dos oportunidades de los centros de detención en que se encontraba. El primero fue en 1963, había fingido enfermedad para ser trasladado al Hospital Militar, de donde escapó descendiendo por una cuerda desde el séptimo piso de la instalación. El segundo episodio, y el más épico, fue en 1967, cuando escapó a través de un túnel construido por debajo del Cuartel de San Carlos.
Este régimen perverso hizo uso del brazo judicial para intentar someter a Teodoro, y con ello, imponer, por la vía del miedo y el psicoterror, la autocensura en todos los medios del país.
Entre sus tantas frases brillantes y contundentes, rescatamos una que habla del talante y altura de este singular hombre. En 2015 el diario El País de España le otorgó el premio Ortega y Gasset en reconocimiento a la extraordinaria evolución personal que le llevó desde sus inicios como guerrillero hasta convertirse en un símbolo de la resistencia democrática a través del diario Tal Cual. Impedido de viajar por las dos demandas judiciales interpuestas en su contra por Diosdado, un allegado le sugiere que solicite el permiso al tribunal para poder viajar, a esa sugerencia, Teodoro respondió: “Yo no le pido permiso para ejercer mis derechos constitucionales a nadie. O me voy fugado o me quedo aquí”.
Y eso fue Teodoro, el hombre que nunca pidió permiso para ejercer sus derechos constitucionales, y se quedó aquí en Venezuela.
Definitivamente un hombre y un nombre para recordar, como un venezolano valiente e irreverente que dejó las armas por la lucha política, que fue diputado del extinto Congreso Nacional de Venezuela, ministro de la Oficina Central de Coordinación y Planificación durante el gobierno de Rafael Caldera, que fue dos veces candidato a la Presidencia de la República, para finalmente dejar la política por el periodismo.
Si bien su luz se apagó por la enfermedad y su avanzada edad, no es menos cierto que toda la campaña de odio emprendida en su contra hicieron mella, por ello, tarde o temprano, los ejecutores de esta diabólica persecución: Diosdado Cabello y los jueces Bárbara César Siero y Aris José La Rosa, deberán responder ante la justicia, sea nacional, internacional o divina.
Surgirán más hombres como Teodoro Petkoff, representados en miles de venezolanos presos y perseguidos políticos, que se le enfrentarán a estos violadores de derechos humanos, y le repetirán aquella frase de Teodoro: “Los espero en la bajadita”.