Lo que ocurrió en Venezuela el pasado 21 de noviembre, en nada cambió, seguimos en dictadura y Nicolás Maduro sigue siendo un dictador.
La realidad no ha cambiado, los venezolanos que votaron, se expresaron en las urnas, muchos de ellos, con su voto manifestaron querer un cambio, y esa mayoría que no votó, también habló, y con su abstención, le gritó a Maduro, su hartazgo.
Ese mapa “rojo rojito” con el cual este Consejo Nacional Electoral mostró a Venezuela, para nada representa la voluntad de cambio de los ciudadanos, por eso es que lo advertimos desde hace tiempo, este proceso del 21 iba a ser una farsa, y así lo fue. Lamentablemente la dirigencia política no estuvo a la altura, no hablo con claridad a los ciudadanos, no fue capaz de trazar una ruta concreta y precisa, de allí que un sector de la población votó para apoyar al chavismo, otros votaron por convicción democrática, otros apoyando a su candidato opositor, y un gran sector no lo hizo. Ahora bien, la culpa no es del venezolano de a pie que votó o no, la responsabilidad es de la dirigencia, de lado y lado.
La abstención y la división, no fueron factores imputables al pueblo venezolano, fue un comportamiento fríamente calculado y provocado por el régimen de Nicolás Maduro, por ello crearon a los alacranes, por ello secuestraron las tarjetas de los partidos políticos, fueron ellos quienes habilitaron e inhabilitaron a conveniencia, pues siempre fue Maduro el más interesado en propiciar la división.
Y en medio de este mar de confusión y sentimientos encontrados, los venezolanos asistieron a un proceso injusto, retorcido, manipulado, dividido, propio de una elección en dictadura, un señalamiento que bien podría ser nuestro, pero fue una situación constatada in situ por los observadores internacionales, nadie se los dijo, ellos lo pudieron verificar.
El informe preliminar de la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea (MOE-UE) en las elecciones regionales de Venezuela reportó irregularidades, como el uso de recursos públicos para la campaña, inhabilitaciones arbitrarias de candidatos y puntos de control partidista en centros de votación.
Tal como refirió Isabel Santos, la jefa de la misión de observación electoral, se pudo “constatar la falta de independencia judicial, la no adherencia al estado de derecho y que algunas leyes afectaron la igualdad de condiciones, el equilibrio y la transparencia de las elecciones”.
Observaron por ejemplo, “la entrega de bienes como paquetes de alimentos, bombonas de gas o bombas de agua», lo que afectó a «la igualdad de condiciones». El documento agrega que «la campaña del partido gobernante fue predominante en todo el país y contó con una base movilizada y, en algunos casos, con la participación de funcionarios públicos”.
“Entre las deficiencias se encuentran decisiones judiciales ampliamente criticadas que han afectado a la igualdad de condiciones al sustituir a los comités ejecutivos de algunos partidos y entregar sus tarjetas electorales a facciones internas que los utilizaron para presentarse a las elecciones. Además, se mantiene la inhabilitación política arbitraria de candidatos de la oposición, el extendido uso de recursos del Estado en la campaña y un acceso desigual a los medios de comunicación.
Señalaron que la jornada electoral se vio ensombrecida por importantes retrasos en la apertura y el cierre de las mesas electorales, y por acusaciones de coacción a los votantes. Los observadores de la UE fueron testigos de la instalación de dispositivos de control a los votantes por parte del PSUV (puntos rojos) en los 23 estados y en el distrito capital, a pesar de la prohibición explícita del CNE. En todo el país, salvo en el estado de Amazonas, se observó un abuso del voto asistido. En el municipio de San Francisco (Zulia), un votante murió y otros dos resultaron heridos en un tiroteo frente a un centro de votación”, se lee en el informe.
Ahora bien, al margen de los resultados en los estados Zulia, Nueva Esparta y Cojedes, y los que estén por definirse, que nadie se deje arrastrar por el engaño, porque la gran verdad es que seguimos en dictadura.
Maduro es un dictador, de eso no quepa duda, sin legitimidad, ni reconocimiento del país y del mundo libre. Él ha sido el gran responsable de la crisis aguda que ha agobiado a los venezolanos en los últimos años, es él quien ha provocado el éxodo masivo de los venezolanos, es el mayor corrupto de todos los tiempos, el que ha violado todos nuestros derechos. Y su salida pasa por no caer en más engaños y farsas electorales.
Venezuela demanda una verdadera unión y un objetivo común para lograr una transición democrática que conduzca a elecciones presidenciales verdaderamente libres y justas, es lo necesario para finalmente salir de esta dictadura y encauzarnos de nuevo hacia la senda democrática.