Dos presidentes de dos países distintos, pero con características, actuaciones y motivaciones similares: El poder.
Dos protagonistas de autogolpes ejecutados, uno en abril de 1992 en Perú, por el entonces presidente Alberto Fujimori y otro dado en Venezuela el 30 de marzo de 2017 por Nicolás Maduro.
nacional, de obstaculizar todas sus actuaciones, por ello Fujimori, en un arranque dictatorial decidió ordenar su disolución.
Ese Congreso peruano opositor había iniciado una investigación que comprometía al presidente Fujimori en casos de corrupción, en el sonado caso Barrios Altos y la creación de escuadrones de la muerte. Ese mismo Congreso desconoció en su momento al presidente declarando su vacante. Y fue a ese parlamento que Fujimori decidió golpear, anular y emprender una férrea persecución a sus diputados.
En ese entonces la disolución de los poderes no solo impactó al poder legislativo, sino que también intervino al poder judicial.
En el caso venezolano, la única columna en la cual el oficialismo no ha podido penetrar, y desde donde se confronta al mandatario y al partido de gobierno desde su instalación, ha sido la Asamblea Nacional, que desde diciembre de 2015 ha estado dominada por la oposición.
Desde su instalación hasta la fecha, a través del Tribunal Supremo de Justicia, el brazo judicial del gobierno, se han generado más de 40 decisiones, todas destinadas a aniquilar al poder legislativo, el poder que garantiza el equilibrio en todo sistema democrático, es el que controla, norma y vela por el cumplimiento de los preceptos constitucionales, y por si fuera poco, es el poder que fue respaldado por 15 millones de votos soberanos.
Ese TSJ, severamente cuestionado por su parcialización e inmoralidad, ha actuado una vez más como brazo ejecutor de Nicolás Maduro, para blindarlo y mantenerlo, a costa de lo que sea en el poder y en ese afán ha consumado un golpe al Estado Derecho y ha sacado a Venezuela del orden constitucional.
Perú hoy nos enseña que los delitos de lesa humanidad no quedan impunes, que las dictaduras caen, y los dictadores terminan pagando por cada alma apagada, perseguida y ultrajada. Maduro debería mirarse en ese espejo.
Por ello suscribimos y ratificamos cada línea del comunicado de nuestra organización Voluntad Popular ante los recientes hechos: “Desde Voluntad Popular reafirmamos que cuando no existe Estado de Derecho, la única forma de lograr imponer la voluntad del pueblo es a través de la lucha popular, la resistencia democrática, la ofensiva ciudadana no violenta.
Queremos respeto a la Asamblea Nacional, queremos solución a la crisis, queremos libertad para los presos políticos y queremos elecciones para que el pueblo elija a nuevos gobernantes, y sobre todo un nuevo Presidente.
En Voluntad Popular ratificamos la plena vigencia de las palabras de nuestro líder injustamente encarcelado Leopoldo López: “a una dictadura no se le debe tener miedo, se le enfrenta con irreverencia”, y en ese sentido ratificamos nuestro firme compromiso con la custodia y salvaguarda de la democracia y la constitucionalidad en Venezuela e impulsaremos todas las acciones que estén a nuestro alcance para el bienestar de nuestro pueblo. ¡Fuerza y Fe Venezuela, estamos contigo!”.