De verdad que no hay palabras capaces de expresar la indignación y el golpe en el estómago que causó la respuesta de Nicolas Maduro Moros a los justos reclamos de los maestros venezolanos.
¡Coman suela! Esta fue la infeliz respuesta que obtuvieron miles de maestros y docentes quienes desde el mes de agosto y durante varias semanas se lanzaron a las calles a protestar en contra de una normativa aprobada por el régimen en marzo que establecía el pago fraccionado del bono vacacional y reclamando la derogación del instructivo de la Onapre que obvió el cálculo de cualquier beneficio laboral en función del último sueldo devengado. Amén del constante reclamo por los bajos salarios y las paupérrimas condiciones en las que se encuentran las instalaciones educativas del país.
«Hemos concertado con los industriales del textil y del calzado, del cuero, porque hemos preparado un plan especial, para dotar, como un regalo especial, a los maestros de un bolso de cuero bien “cacheroso”, bien ‘fino’. Y además ofertar zapatos», así, tal cual lo ofreció.
Zapatos subsidiados y bolsos “cacherosos” a miles de maestros cuyo salario mensual, si hablamos de primaria y de liceo, es el más bajo de toda Latinoamérica, unos $50 en promedio.
Una situación que, lamentablemente, lo que ha provocado es una deserción de maestros en las aulas. Según cifras de la Federación Venezolana de Maestros (FVM), 50% de los 370.000 maestros activos han abandonado las escuelas desde 2017. Muchos de ellos se encuentran entre los más de seis millones de venezolanos que han migrado a otros países.
En lugar de ofrecer mayor inversión en el sector educativo y mejora de los ingresos de los maestros, el infeliz, ofrece zapatos. Saquen cuentas respecto a lo que este régimen invierte en el sector educativo, de acuerdo con cifras del Banco Mundial (BM), en Venezuela se destina el tan solo 1,3 % del PIB al sector educativo.
Una ínfima cifra que se refleja en la infraestructura del sector. Y así lo revelan los informes de este año de Fundaredes y CECODAP.
En el reporte de Fundaredes se recoge, por ejemplo, el testimonio de Gustavo Velazco, secretario general del Colegio de Licenciados en Educación en el estado Táchira, en esa entidad, en el primer cuatrimestre del 2022, 380 educadores decidieron abandonar las aulas y 450 renunciaron, la mayoría pertenecían a la nómina del Ministerio de Educación, es decir, docentes nacionales.
Si metemos la lupa en las condiciones de las escuelas, 59 % de los planteles educativos de 9 entidades investigadas por CECODAP, entre ellas, Falcón, Zulia, Bolívar, Carabobo, Aragua, Anzoátegui, Distrito Capital, Lara y Miranda, presentaron serios daños en su infraestructura, así se señala en el informe “Estudiar entre ruinas” desarrollado por esta ONG que trabaja por la promoción y defensa de los derechos humanos de la niñez y adolescencia
Hablamos de 59% de centros educativos con techos rotos, filtraciones, baños fuera de servicios, pinturas en mal estado, rejas y paredes caídas, pupitres ventanas y puertas rotas, botes de aguas negras, techos con agujeros, entre otros daños por el desgaste estructural y la falta de mantenimiento preventivo y correctivo.
Pero lo triste es que, ante los bajísimos salarios, la negación de beneficios y el deterioro de las aulas, la respuesta sea “coman suela”.
Zapatos que por supuesto nunca usará Maduro, ni ninguno de su corrupto entorno, que no se bajan de zapatos de marca y firmas exclusivas. Eso le tocará a solo los maestros, que seguro estamos, serán obligados a pagar por estos zapatos “regalados” y bolsos “cacherosos” mientras que en sus casas sus hijos seguirán comiendo suela.