Venezuela acaba de romper otro récord, pero lamentable, y esto se lo debemos a ningún otro que a Nicolás Maduro Moros. Hablamos de la nueva cifra revelada por mi hermano David Smolansky, quien está desempeñando un invaluable trabajo como comisionado de la Secretaría General de la OEA para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos, quien hizo público tal récord.
“Venezuela es la crisis de migrantes y refugiados más grande del mundo (6.8 millones), empatando a Ucrania y superando a Siria (6.6M)”, tuiteó Smolansky.
Y hacemos la salvedad que tal movimiento migratorio de venezolanos por el mundo se produce sin estado de guerra, ni producto de catástrofes naturales, ni epidemias u otras calamidades, tal como se justificaría el éxodo de ucranianos o sirios, lo grave y triste del caso venezolano, es que se trata de una diáspora provocada por una crisis deliberadamente provocada por un régimen criminal y corrupto que se ha perpetuado en el poder.
Un régimen que le ha declarado la guerra al venezolano de bien, obligando a las familias a desmembrarse y a correr, bajo riesgo de sus propias vidas, por montañas y páramos, a cruzar peligrosos ríos y selvas, a entregarse a los coyotes, todo para huir de su país, un país que evidentemente no se ha arreglado ni se arreglará mientras Maduro y su régimen existan.
Son venezolanos que huyen del hambre, de la violencia y de la persecución. Huyen para alcanzar un futuro para sus hijos, para ayudar a sus padres, en pocas palabras, huyen de Maduro.
Estas alarmantes cifras surgen del conteo realizado por la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de la ONU (R4V). Y todo indica que son cifras que van, irremediablemente, en ascenso.
El informe de la Plataforma R4V, integrada por ACNUR y la Organización Internacional de Migraciones (OIM), señala que la mayoría de los migrantes venezolanos se encuentran en Suramérica y refleja la suma de refugiados, migrantes y solicitantes de asilo venezolanos reportados por los gobiernos anfitriones.
Entre los cuales destaca Colombia, en primer lugar, al albergar casi 2,5 millones de venezolanas y venezolanos, seguido por Perú con más de 1,2 millones y Ecuador con más de 500 mil personas provenientes de Venezuela.
En Centroamérica, la mayor presencia de migrantes venezolanos se ubica en Panamá con más de 144 mil personas, luego México con alrededor de 83 mil y Costa Rica con poco más de 30 mil ciudadanos de nuestro país.
La Agencia de la ONU para Refugiados muy bien describe esta situación de masivo éxodo de venezolanos, al señalar que los ciudadanos continúan saliendo de Venezuela para huir de la violencia, la inseguridad, las amenazas, y la falta de alimentos, medicinas y servicios esenciales, lo que convierte a este proceso en la crisis de desplazamiento externo de mayor magnitud en el mundo.
Y tal como, acertadamente lo puntualizó el mismo Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos, en un tuit: “La crisis humanitaria venezolana se ha convertido en la crisis de migrantes y refugiados más grande del mundo, igualando a países en guerra como #Ucrania y -superando a- #Siria. La comunidad Internacional debe aumentar esfuerzos para que #Venezuela recupere su democracia”.
Claro que es así. El fin de la crisis de Venezuela, así como el cese al río de venezolanos que huyen del país, pasa, inexorablemente por la salida de Nicolás Maduro del poder, por el fin del régimen, y por ende por la restauración de la democracia y de las libertades en nuestro país. Un proceso al cual debemos llegar unidos, una sola fuerza en contra del régimen, de no lograrlo, lamentablemente veremos más récords de este tipo romperse.