Desde el mismo momento en el cual el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se atreve a condicionar su participación a la Cumbre de las Américas, si no invitan a sus amigos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, no dejó margen a las dudas, AMLO se declaró oficialmente fanático de los dictadores y criminales que dirigen los regímenes en esas tres naciones no invitadas.
Ciertamente la administración de Joe Biden, país anfitrión de la Cumbre, no ha convocado a todos los países del continente, pues hasta ahora sigue excluyendo a Cuba, Venezuela y Nicaragua de la próxima Cumbre de las Américas, que se realizará en Los Ángeles del 6 al 10 de junio, alegando que “no respetan” la democracia, y eso no es un secreto para nadie, ni siquiera para López Obrador.
A esta circunstancia se suma la reciente ratificación que hiciera Estados Unidos sobre la vigencia de las sanciones económicas impuestas contra el régimen de Nicolás Maduro para proteger al sistema financiero estadounidense de funcionarios corruptos y restringir el acceso a recursos utilizados para la represión en Venezuela.
Pero lo que más nos llamó la atención, y revela las verdaderas intenciones de López Obrador, es que esta ratificación la da un portavoz del Departamento de Estado precisamente al ser cuestionado sobre las declaraciones del presidente mexicano quien, a la par de condicionar su presencia en la Cumbre, habría asegurado la existencia de un presunto acuerdo para que una empresa estadounidense extraiga un millón de barriles de petróleo venezolano.
Entonces la defensa de López Obrador, en particular en el caso venezolano, ¿tiene que ver con hermandad y solidaridad, o con intereses económicos y ambición pura?. Creo que al hacer estas declaraciones, sencillamente, se dejó ver las costuras.
Pero al margen de sus reales intenciones nos preguntamos por qué López Obrador se la da de guapetón ante Estados Unidos al abogar por regímenes tan nefastos como los tres citados, y no se atreve a emplazar, por ejemplo, a Daniel Ortega a liberar a los 181 presos políticos que están en sus mazmorras y a aceptar una investigación de los Crímenes de Lesa Humanidad, o exigir mayores libertades para Cuba, o se pone del lado de los venezolanos y reclama a Nicolás Maduro por el éxodo que ha provocado, y que está afectando singularmente a México, por su situación al ser paso fronterizo hacia Estados Unidos.
El diablo los cría y ellos se juntan. Definitivamente una muy infeliz y desatinada declaración de alguien quien en su propia República está sintiendo y sufriendo las consecuencias de la represión, de la falta de libertades, el acoso, persecución a la disidencia, crisis humanitaria que han desatado “sus amigos”, y que han provocado que sus ciudadanos busquen cobijo o salida en tierras mexicanas o intenten pasar, como lo están haciendo de forma masiva e ilegal, hacia Estados Unidos.
Tal vez surjan más dolientes y defensores de los dictadores, pero lo que deben tomar en cuenta, antes de convertirse en adeptos y fanáticos de dictadores criminales, es que podrían terminar convirtiéndose en aquello que tanto defienden además de cómplices de sus crímenes de Lesa Humanidad ¡Cuidado pues!