El pasado 14 de enero, día de nuestra hermosa madre, la Divina Pastora, en la ciudad de Barquisimeto, se produjo la manifestación de amor más pura y humana que muchos de los que no pudimos estar allí presentes agradecimos, pero que desató los demonios en Miraflores.
Dimos gracias por la claridad de las palabras de monseñor Antonio López Castillo, arzobispo de Barquisimeto y monseñor Víctor Hugo Basabe, obispo de San Felipe, quienes durante la homilía en honor de la 162 peregrinación de la Divina Pastora clamaron por los venezolanos y exigieron el cese al hambre.
Estas peticiones incomodaron al dictador Nicolás Maduro Moros, a tal punto que los llamó “diablos con sotana” y ordenó se abriera una investigación a ambos prelados, porque según éste, habrían incurrido en “delitos de odio”, una calificación creada por un parapeto de ley aprobada por la fraudulenta Constituyente, para aniquilar toda voz crítica o disidente que perturbe al régimen.
En esta oportunidad fueron nuestros obispos los señalados y sometidos al escarnio, mañana el turno le puede corresponder a cualquiera. Pero citemos extractos de esas históricas palabras de monseñor Basabe, que según el dictador, representaron un “delito de odio”:
“No escojamos el camino de la maldición en la que se han empeñado quienes niegan que en Venezuela hay hambre y desnutrición. Quienes les cierran las puertas a quienes en el mundo quieren venir a nuestra ayuda negándose a la posibilidad de apertura de un corredor humanitario que permita hacer llegar a Venezuela alimentos y medicamentos. Quienes niegan – aunque lo ven con sus propios ojos – que miles de venezolanos buscan que comer entre la basura. Quienes se empeñan en decir que en Venezuela todo está bien y que tenemos comida para alimentar a múltiples naciones, cuando la gran verdad es que en Venezuela cada vez más falta de todo y sobre todo alimentos. Quienes están empeñados en no entender que la causa fundamental de los males en Venezuela está en la persistencia de un modelo político económico social, negador de Dios y por ende de la dignidad humana.
…A ustedes queridos hermanos que hoy están fuera, les invito a mantenerse unidos en Cristo… también a tener presente que esta tierra los espera con los brazos abiertos…aquí estará Venezuela esperándoles para que juntos emprendamos la tarea de reconstrucción de nuestro país cuando esta peste que hoy nos azota sea parte del pasado.
…Si alguien tiene que irse de Venezuela, es quien es responsable de este desastre al que nos han conducido. Si alguien tiene que irse, es quien es responsable de que miles de niños hayan ya atravesado la frontera de la desnutrición severa, si alguien tiene que irse, es quien es responsable de que haya miles de venezolanos hurgando en la basura buscando un desperdicio para sacar el hambre. Si alguien tiene que irse, es quien es responsable de la corrupción que condena a los enfermos a morir de mengua por falta de atención en los hospitales, insumos médicos y medicamentos. Si alguien tiene que irse de Venezuela es quien está empeñado en pisotear la dignidad de los venezolanos al pretender convertirnos en mendigos y pordioseros dependientes solo de las dádivas que ocasionalmente y clientelarmente nos ofrezcan. Madre del Divino Pastor, Divina Pastora de las almas a ti nos encomendamos”.
¿Acaso estas grandes verdades pueden ser calificadas como palabras de odio?. De cuando acá los ruegos por el bien de una nación son considerados insultos, o peor aún, delito. Si de algo hay que acusar a nuestros prelados es de amar a su prójimo, es de ser la voz de toda una feligresía que sufre y llora, que intenta mantenerse a flote en medio de esta crisis que nos ahoga.
Basta ya de perseguir a quienes se atreven a decir la verdad, exigimos respeto para nuestros obispos. Los venezolanos hemos soportado todos los ataques a la dirigencia política, pero no estamos dispuestos a soportar, ni mucho menos, dejar pasar la persecución y el encarcelamiento a nuestros representantes de la Iglesia.
Acá no podemos hablar de delitos de odio, sino de amor a Venezuela. Se les señala por atreverse a hablar con la verdad en nombre de los millones de venezolanos que están sufriendo. Por esas verdades Nicolás Maduro ordena su persecución y los señala de instigar al odio y en razón de ello le respondemos: En Venezuela el diablo no anda en sotana, el diablo, definitivamente está en Miraflores. Y a ese lo sacaremos todos unidos y con la ayuda de Dios.