Con la soga al cuello, así están, quieran reconocerlo o no, los portavoces del régimen de Maduro.
Por primera vez en meses se ha logrado cercar al régimen y dejarle un margen muy estrecho para sus jugadas sucias. Y esto ha sido un logro paulatino, lento pero seguro. Varias naciones del mundo han creado un marco regulatorio que sanciona y señala directamente a los transgresores de los Derechos Humanos de los venezolanos.
Desde principios de este año, Estados Unidos engrosó la lista de funcionarios venezolanos de alto perfil sancionados por la administración Trump, y qué hizo Maduro en esa ocasión, pues condecoró a los transgresores de los derechos fundamentales de los ciudadanos y celebró con orgullo tal medida, hoy el escenario es otro, hoy sí le afectan tales sanciones, porque a las mismas se han sumado Canadá y en ese rumbo va la Unión Europea y Colombia.
Todo ese escenario internacional hace del régimen venezolano el más riesgoso y menos apetecible para inversiones y consecución de préstamos y créditos, y eso el régimen lo sabe.
Cada nueva sanción aleja las posibilidades de obtener más recursos por la vía de créditos y préstamos internacionales impidiéndoles robar más, y eso los debilita.
Las sanciones internacionales tienen el propósito claro de ejercer presión para que una nación retorne a su cauce democrático. Son medidas de presión y castigo hacia los autores de delitos de Lesa Humanidad, para los corruptos y para los violadores de los derechos fundamentales. Quienes delinquen no están en posición de imponer condiciones.
No es momento de juegos ni de condiciones, es la hora de cumplir la Constitución y la normativa internacional. Acaten las recomendaciones de los organismos que vigilan los Derechos Humanos y luego de ello cada nación evaluará el levantamiento de las medidas.
Son medidas que van dirigidas de forma directa al delincuente, no a la ciudadanía.
Un régimen dictatorial que actúa con mano de hierro, que asesina, tortura y pisotea a sus ciudadanos no puede esperar ser tratado con guantes de seda.
Nuestra lucha y nuestro propósito no parará hasta lograr ver a Venezuela enrumbada por la senda del progreso y la democracia. Nuestra agenda internacional no atiende ni a amenazas, ni condicionamientos de ministros complacientes, funcionarios sancionados o transgresores de los derechos ciudadanos. Por eso insistiremos en el incremento de sanciones hacia el dictador y todos sus secuaces.
El compromiso de las naciones que han establecido estas sanciones, es con los venezolanos, no con un grupúsculo de tiranos que por sus actuaciones merecen cárcel y castigos ejemplarizantes.
Por encima de unos funcionarios sancionados están nuestros niños que están muriendo de desnutrición, o los abuelos que fallecen en medio de la desatención en los hospitales, o los padres que no encuentran medicamentos o no les alcanzan sus ingresos para comprar alimentos. Eso sí es prioritario y no negociable.
Alertamos al equipo de la Unidad que está haciendo su aporte en el proceso de negociación con el régimen, a que no cedan a este tipo de presiones ni condicionamientos. Los principios, los valores y la libertad no se negocian.
Al régimen lo único que le interesa es perpetuarse en el poder, a costa de lo que sea, a nosotros nos interesan los venezolanos, por ello no dejaremos de luchar hasta alcanzar nuestro propósito que es poner fin a la tiranía.