Este era el título que le faltaba acumular a Maduro para terminar de consolidarse ante el mundo como el dictador que es.
Ya no solo la comunidad internacional lo reconoce y señala como violador sistemático de Derechos Humanos, autor de crímenes de lesa humanidad, como corrupto y principal figura de una dictadura con comprobados vínculos con el terrorismo y el narcotráfico, sino que ahora también a esta larga lista de calificativos se le suma el de delincuente electoral.
Y no lo decimos nosotros solo por el ánimo de insultar, lo dicen todas sus actuaciones y arbitrariedades cometidas durante los días previos y durante las elecciones regionales que vivió Venezuela este domingo 15 de octubre.
Enumeramos solo alguno de los fraudes cometidos por este CNE cómplice y que afectaron los resultados a favor del régimen, a saber: el impedimento para la sustitución de candidatos, la reubicación abrupta de más de 700 mil electores, la violencia y las amenazas en contra de nuestros testigos, el fraude técnico cometido con las máquinas de votación que apagaban intermitentemente o que dañaron para frenar la voluntad de los electores en municipios que siempre ganaba la oposición, la eliminación de la tinta indeleble que se prestó para el voto múltiple de oficialistas, la negativa a una íntegra auditoría del proceso, porque así se demostraría la manipulación de las actas, todo ello hizo de este proceso el más fraudulento de toda la historia contemporánea de Venezuela.
Por primera vez el fraude se logró demostrar con las actas en mano, por efecto rebanadora, fueron manipuladas las actas, robando votos de la oposición para luego, en actas, adjudicárselos a los candidatos de Maduro.
Solo quienes lograron obtener una victoria con amplio margen de diferencia, como Zulia y Táchira por ejemplo, no pudieron robarles el triunfo, porque al CNE le fue imposible aniquilar tal número de votos. La manipulación de actas en el Zulia alcanzó a rebajar la diferencia de 20 puntos a tres, solo para no reconocer que el candidato de Maduro perdía por paliza.
Bolívar es el ejemplo más dantesco del megafraude cometido por el delincuente electoral de Maduro y sus cómplices del CNE, revisando las actas encontramos casos como la parroquia Barceloneta, allí se ve claramente como el CNE le adjudicó 255 votos al candidato de Maduro. En el municipio Cedeño le agregaron 153 votos inexistentes al candidato oficialista, en detrimento de Andrés Velásquez, y así acta a acta se demuestra como parroquia por parroquia, centro por centro, restaron votos de la opción de Velásquez para sumárselas al otro candidato. Lo que no contaron los perpetradores de estos delitos es que teníamos las actas en nuestro poder, por lo que los agarramos con las manos en la masa. Y así pasó claramente en todos los estados.
Y con todas estas pruebas nos fuimos al Parlamento Europeo a reunirnos con Antonio Tajani, su presidente, y pedirle que se aumente la presión internacional contra el gobierno no democrático de Venezuela. A que se sume a la presión que ha hecho el Grupo de Lima desde América Latina, a que se implementen mecanismos de presión como los ejercidos por Estados Unidos. A que toda la Unión Europea reaccione y no reconozca los resultados del reciente proceso electoral venezolano por fraudulento.
Aunque luego del megafraude cometido por estos delincuentes electorales ha quedado en todos nosotros una sensación amarga de derrota, déjenme aclararles que los venezolanos no están solos, que nosotros no desmayaremos en nuestro propósito de sumar voces para obligar al régimen a una negociación donde podamos alcanzar la salida de los presos políticos, la apertura de un canal humanitario y unas condiciones electorales donde la gente de verdad pueda decidir sin someterse a un fraude como el que se produjo el domingo en Venezuela.
Al asumir este régimen el papel de delincuente electoral, cerraron toda posibilidad de una salida por la vía comicial, por lo que debería proceder la remoción y cambio de la estructura electoral actual. Solo un nuevo CNE, autónomo y transparente, podrá garantizar el respeto a la voluntad popular. Esta es una de las metas que nos hemos trazado cumplir con la presión de la comunidad internacional, que por la vía diplomática ponga contra la pared a esta dictadura, y así mita retomar la ruta hacia el rescate de nuestra democracia.
Los venezolanos no están solos, seguiremos sin descanso nuestro rol de mantener la lupa del mundo sobre Venezuela y la presión sobre el dictador. Tarde o temprano lograremos nuestro objetivo, y los delincuentes pagaran con cárcel todo el mal que han hecho, de eso nos encargaremos. ¡Fuerza y Fe Venezuela!.