Lo que nos ha tocado ver en Venezuela en la más reciente fecha, son actos, sin duda cometidos por un régimen que se sabe perdido y acorralado, que en su desespero va de crimen en crimen, delinquiendo con cada acción y asaltando la Constitución con cada orden.
En una misma semana, y en dos decisiones arbitrarias, el usurpador Tribunal Supremo de Justicia, actuó en contra de los diputados de la legítima Asamblea Nacional, Édgar Zambrano Ramírez, Henry Ramos Allup, Luis Germán Florido, Mariela Magallanes López, José Simón Calzadilla Peraza, Américo De Grazia, Juan Andrés Mejía, Freddy Superlano, Sergio Vergara y Richard José Blanco Delgado, acusándolos de traición a la patria y ordenando su persecución y captura, en un intento por neutralizar la lucha por la recuperación de la democracia.
El usurpador Nicolás Maduro, aún permanece en la unidad de cuidados políticos intensivos, luego de haber sido sorprendido el pasado 30 de abril, con el madrugonazo que le propinó nuestro presidente (e) Juan Guaidó, cuando este activó la fase definitiva del cese de la usurpación en Venezuela. Esa madrugada, Nicolás vio a su alrededor y se consiguió completamente solo, rodeado de escorpiones, dispuestos todos a aniquilar al usurpador en jefe.
A partir de ese evento, se ha desatado una cadena de sucesos criminales que dan cuenta del pánico. El más reciente, el de Édgar Zambrano, es eso miedo.
Secuestrar a un diputado en pleno ejercicio de sus funciones, con inmunidad parlamentaria, en uso de la fuerza desmedida, con grúa, patrullas, armas largas y sujetos encapuchados y en medio de la noche, ya es el colmo de las tropelías y del desespero del usurpador.
Acciones estas, que representan una afrenta a los principios democráticos y derechos humanos reconocidos en el derecho internacional, porque Maduro pareciera no entender, que desmantelando el único poder legítimo que queda en el país, está desmantelando también el único vestigio de democracia que nos queda, y eso le generará consecuencias que tarde o temprano deberá pagar con exilio o cárcel.
Esta cadena de arbitrariedades nos señala que los estrategas de Maduro, son los primeros interesados en acelerar su caída. No solo por las reacciones y manifestaciones de apoyo que ya se han generado en favor del presidente (e) Juan Guaidó y el Parlamento, sino además por el impacto que esto pueda tener en el pueblo venezolano. Un pueblo harto de abusos y tiranía, que ha demostrado en las calles coraje, arrojo y valentía, y que está determinado a poner fin a esta dictadura. Provocar al pueblo venezolano en estas condiciones, es un error de consecuencias impredecibles.
Con todas estas arbitrarias e ilegales acciones se siguen documentando y engrosando los expedientes penales de quienes las ordenan; los violadores de derechos continúan cavando su propia fosa, lo que nos lleva a preguntar a quienes siguen estas órdenes: ¿Están dispuestos a hundirse también?
Ratificamos el llamado a la Fuerza Armada Nacional, su sagrada misión es estar del lado del pueblo y no de rodillas ante un desesperado dictador. Es momento de verse en el espejo del general Manuel Cristopher Figuera, exdirector del Sebin, quien decidió no seguir más de rodillas ante un criminal, y recibió el respaldo internacional y el visto bueno del gobierno interino de Guaidó. Llegó el momento de dar la espalda a la dictadura y meterle el pecho a la recuperación de la patria.
A todos los diputados venezolanos, que valientemente han dado un paso al frente por la democracia, y que han decidido acompañar al presidente Juan Guaidó en la ruta del cese de la usurpación, Gobierno de transición y elecciones libres; mi respeto, solidaridad y compromiso de continuar su lucha por la libertad, y el rescate de nuestro país. Ánimo, Venezuela, coraje y resistencia, que estos signos de desespero del usurpador son señales de que la libertad por la cual tanto hemos luchado está cerca, muy cerca.