Hablamos de “El Koki”, Carlos Luis Revete, el nuevo General en Jefe de las Bandas Armadas Nacionales Bolivarianas de Nicolás Maduro, o por lo menos ese parece ser el título y las estrellas que recientemente le confirieron desde el régimen al delincuente que ha mantenido, durante estas últimas 48 horas, en estado de sitio al centro oeste de la capital del país.
Es conveniente recordar que “El Koki”, a quien también podríamos llamar el engendro de Nicolás, surgió con este régimen, fue el régimen el que alimentó a esta jauría de delincuentes, los armó y concedió territorios a los que llamó zonas de paz, se ocupó de inocular odio y hoy, embriagados de poder y con una potencia de fuego inocultable, pretenden adueñarse de más territorios, ampliar su radio de acción y participar, aún más, de los grandes negocios del régimen.
Las incursiones armadas de “El Koki”, “El Vampi” y “El Garbi”, entre otros líderes, en el oeste de Caracas no es algo nuevo, ya hace más de un año se han registrado enfrentamientos de alto calibre y tiroteos en esa zona de la capital, y ante ello, el régimen siempre ha guardado silencio, extrema discreción y sospechosa condescendencia.
Pero es que mientras el régimen, a lo largo de estos últimos años, se ha ocupado de encarcelar, perseguir y montar ollas en contra de defensores de los Derechos Humanos, como el caso de Javier Tarazona de Fundaredes, o líderes estudiantiles o de la oposición, sobre quienes ha desplegado todo su poder de fuego por el hecho de reclamar justicia social, curiosamente, al tratarse de estas bandas, no han demostrado el mismo poder, ni la misma convicción para contraatacar o frenar a estos delincuentes.
Y este trato especial hacia los delincuentes lo hemos visto, en el caso de “El Koki” y de la zona metropolitana desde el año 2015 aproximadamente, cuando al régimen se le ocurrió incluir a la Cota 905 en el programa de “Zonas de Paz”, mediante el cual el régimen le dio el control territorial a las organizaciones criminales, a cambio de que estas redujeran la violencia.
La mismísima Delcy Eloina Rodríguez se ha encargado de dar trato con mano de seda a estos delincuentes, para ello apelamos de nuevo a la memoria para remontarnos al mes de agosto de 2017, cuando la entonces presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente, visitó la Cota 905 para “negociar”.
Y posteriormente, también en representación del régimen, el Director del Cicpc, Douglas Rico, propuso una mesa de conversaciones con “El Koki” para solicitarle amablemente que depusiera las armas y cesara la violencia en la capital, conversaciones que no llegaron a mucho, y que podemos evidenciar con los hechos actuales.
Mientras escribimos estas líneas, civiles inocentes están cayendo heridos y muertos en medio de esta balacera, y producto del mismo siguen cayendo funcionarios y delincuentes.
Hablamos de venezolanos envueltos en una guerra no declarada, no contra una nación, no una intervención, sino un conflicto bélico interno, una guerra que el mismo régimen se encargó de alimentar, hablamos de muertos que se suman al largo expediente criminal de Nicolás Maduro Moros. Porque estas muertes que se están registrando en las calles de Caracas, son también imputables a quien dirige el régimen.
Lo que agrava la situación, es que paralelamente a que “El Koki” y sus secuaces están haciendo de las suyas y toman Caracas, Maduro se plantea cambios en el estamento militar, al tiempo que encarcela y judicializa a varios activistas de Derechos Humanos.
El gran detalle esta es que tales hechos pueden acelerar el avance de la Corte Penal Internacional hacia una nueva fase en la causa que se le sigue a Nicolás Maduro por crímenes de Lesa Humanidad, decisión que será anunciada este 23 de julio, fecha de la que nos atrevemos a decir que será una parteaguas para los Derechos Humanos en Venezuela.