Confieso que este caso en particular me ha tocado hondo en el alma, como ser humano, como padre de dos hijas, como venezolano.
Trato de ponerme en el lugar de Thays Campos, madre de la joven venezolana de 18 años que fue violada en Buenos Aires, pienso en su padre, que se recupera en el Hospital de Clínicas José de San Martín de la capital, donde fue ingresado el 11 de enero por sufrir un accidente cerebro vascular, pienso en esa joven traumada, llena de miedos, de una culpa que no tiene y nunca tendrá, de vergüenza, de pudor, y confieso que la ira, la tristeza y la impotencia nublan mi razón.
Por ello me sumo al clamor de venezolanos y argentinos que han salido unidos en un mismo reclamo, exigir castigo ejemplar al violador Irineo Garzón Martínez y sanción a la jueza Karina Zucconi. Porque a pesar de haberlo encontrado en flagrancia, imputó al hombre el “delito de abuso sexual simple” concediéndole la libertad, aunque luego de los reclamos públicos y la exposición del caso, reconsideró los delitos imputando al agresor, bajo el delito de “abuso sexual agravado”, pero dejándolo aun libre.
Es decir que esta jueza con su tímida y cobarde medida, a pesar de la flagrancia y los hechos denunciados, a pesar de todas las pruebas forenses, concedió la libertad a un sádico que agredió sexualmente a una migrante venezolana en Argentina, sin percatarse tal vez, que al dejarlo libre e impune, está exponiendo a otras jóvenes a ser víctimas de este violador y de todos los violadores.
Dejando en la más absoluta indefensión a esta chica venezolana, quien al asistir a esa entrevista de trabajo, que fue el señuelo utilizado por Garzón, dejó todos sus documentos, datos de identificación y de su ubicación en manos de este criminal pervertido.
Lo que hizo la jueza Zucconi, al otorgarle la libertad a Irineo Garzón Martínez, es dar permiso e impunidad, a este y a cualquier transgresor, para seguir cometiendo actos lascivos y bajos en contra de las jóvenes.
Esta dura realidad que está atravesando esta joven venezolana que fue ultrajada impunemente, es la cruel verdad a la cual se enfrentan nuestras más de 2.5 millones de mujeres venezolanas que han migrado. Muchas de ellas, han sido víctimas de agresión, maltrato físico, trata de blancas y feminicidios, casos que por tratarse de migrantes, han quedado en el más oscuro e inquietante silencio.
Que este caso de esta joven venezolana que hoy nos conmueve, sirva para la reflexión y para unirnos en el reclamo de justicia.
Entendiendo por justicia, la cárcel y el castigo ejemplar para Irineo Garzón Martínez, protección para esta joven víctima del monstruo Garzón, justicia además es resarcir el daño causado, justicia es sentar un precedente para que no haya una víctima más de agresión y violencia, justicia es que se brinden las garantías a todo aquel migrante y refugiado.
Ella pudo ser tu hija, tu hermana, tu sobrina, ella pudo ser cualquier mujer. Unamos nuestras voces, alcemos nuestra bandera por ella y por todas. No permitamos que este caso quede impune.