As de corazón, dos, tres, cuatro, así, sin cómplices que le hagan el juego, y jugando solitario está quedando el dictador. Sólo en su laberinto, solo en su obcecado empeño de mantenerse en el poder, mientras, crece el concierto de naciones demócratas que le señalan y le llaman por su verdadero nombre: Dictadura.
Maduro comenzó a sacar su mazo de cartas y aprendió a jugar solitario en marzo de 2015, cuando el presidente norteamericano, Barack Obama, declaró a Venezuela como una “amenaza inusual y extraordinaria” para su país, y sancionó a siete funcionarios con el bloqueo de capitales y la suspensión de sus visas.
Los funcionarios de Maduro, marcados por el gobierno de Estados Unidos en esa primera oportunidad fueron: Antonio Benavides Torres, Gustavo González López, Justo Noguera Pietri, Katherine Haringhton, Manuel Pérez Urdaneta, Manuel Bernal Martínez y Miguel Vivas Landino, en total, seis militares y una fiscal del Ministerio Público.
Pero esta lección no fue aprendida por el dictador, por el contrario, hizo todo para agudizar la crisis, reprimió de forma desmedida, asesinó venezolanos inocentes solo por protestar, generó mayor violencia, incrementó el número de presos políticos, persiguió con saña a la disidencia, y se agravó la situación de Derechos Humanos, a tal punto, que hizo que el tema de la crisis en Venezuela fuera el centro de discusión de todos los foros internacionales.
La lista de sancionados fue creciendo y ampliando su severidad en la administración Trump, que ya no solo calificó a Venezuela como una amenaza inusual, sino también que la incluyó en la lista negra de países violadores de derechos humanos y con vínculos con el narcotráfico y el terrorismo.
Pero ni así el dictador ha dado señal de haber aprendido la lección, a Estados Unidos se sumó Canadá, que procedió a señalar y sancionar a Nicolás Maduro y a 39 figuras clave de su régimen para enviar un claro mensaje de que su comportamiento antidemocrático debe tener consecuencias.
Destacan en esta lista de 40 nombres encabezados por Maduro, Tibisay Lucena, Elías Jaua, Tareck el Aissami, y Tarek William Saab, entre otros tantos.
La presión internacional continuó y siguió sacando del juego a los compañeros del dictador, confinándolo a la soledad.
Trump amplió aún más la lista e incluyó a los familiares de los funcionarios vinculados al régimen. Decisiones estas que, en otras circunstancias, pudieron haber generado rechazo y pronunciamientos de respaldo al gobierno venezolano, pero las actuaciones dictatoriales de Maduro, lo que han generado es el efecto contrario, cada día crece el rechazo al dictador, cada día son más las organizaciones y naciones que están abogando por el restablecimiento de la democracia en el país y cada vez están más convencidos que la única salida posible es la electoral.
Estados Unidos, Canadá y próximamente Europa, seguirán ejerciendo presión, dejando sin jugada, ni estrategias de juego, ni jugadores al dictador, que mientras no de muestras de real disposición a la negociación para que su salida sea la electoral, terminará sólo en el mundo, agobiado por sus fantasmas de poder y jugando tristemente una partida de solitario. As de corazón, dos, tres y cuatro.