En la Venezuela de hoy, 4,5 millones de venezolanos comen una vez al día y a veces cada dos días. Y 80 por ciento de los 30 millones de habitantes, solo come dos veces al día.
En esta misma Venezuela semanalmente mueren entre cinco y seis niños por desnutrición y 280 mil niños están en riesgo de fallecer por esa causa, estamos ya a niveles de emergencia humanitaria, y no lo decimos nosotros, son cifras de organizaciones como Cáritas que se han ocupado de atender e investigar esta penosa situación que está afectando a la familia venezolana.
Con esta impactante realidad y ante un régimen que se empeña en negarla, que al ver a una madre hurgando en la basura, da la espalda y se dedica a violar los derechos y torcer la justicia, que se niega a implementar medidas económicas serias, tan serias como la gravedad de la crisis que atraviesa el país. Ante ello cómo no centrar la mirada y el foco en el verdadero protagonista de nuestra historia, en nuestros hacedores del cambio: en los venezolanos.
Por ellos varias organizaciones políticas y ciudadanas decidimos sumar fuerzas y pedir a un solo grito la recomposición y el sentido de la Mesa de la Unidad Democrática.
Como demócratas que somos hemos participado e impulsado el voto en las contiendas electorales que el régimen nos ha impuesto, porque creemos en el voto como herramienta para la transición política y como instrumento para el cambio. Siempre defendimos la tesis que expresaba que a mayor participación ciudadana, menor eran las posibilidades para el fraude.
Con lo que no contamos fue con el descaro y la desfachatez de un CNE en extremo oficialista que torció a tal nivel su rol que fue capaz de mentir abiertamente en torno a resultados. Como cuando eligieron su fraude constituyente, que sin un alma en la calle se atrevieron a hablar de 8 millones de votos. Y cuando revirtieron resultados en el estado Bolívar o acortaron diferencias como en el Zulia.
Esas bofetadas bastaron para obligarnos a reaccionar y tomar la determinación firme de dejar a un lado la agenda electoral para centrarnos en la agenda humanitaria.
Y por eso desde el Zulia, bastión de la dignidad, donde ganamos pero no nos arrodillamos, lanzamos al país nuestra propuesta para el rescate de la democracia. Desde ese estado valiente y digno propusimos la creación de un frente amplio, con la participación de todos los sectores de la sociedad civil, de todas las fuerzas, todos alineados para luchar por el cambio.
Porque más que una fuerza político electoral, Venezuela nos está reclamando poner el oído en tierra y conectarnos con la realidad. Nos pide no atender cronogramas electorales amañados, por el contrario, nos impone construir una agenda social, donde pasemos de candidatos a ser todos activistas en la defensa de los derechos de los ciudadanos.
Por ello proponemos centrarnos en un frente de lucha contra la dictadura, que aporte e impulse soluciones para el ciudadano, que recorra el país sumando fuerzas y le reclame al régimen por su ineficiencia. Este frente también recorrerá el mundo para afinar ese concierto de voces que le griten un alto al dictador. Y cuyos esfuerzos también se dirijan a hacer realidad la llegada de la ayuda humanitaria.
El régimen está claro que las elecciones no trascendentales, como las propuestas en diciembre, le sirven como distracción para mantener a la oposición ocupada tras algunos cargos. Pues esta oposición renovada que proponemos no seguirá mordiendo peines, se centrará en el ciudadano y cuando vengan las elecciones determinantes como las presidenciales asumirá el reto, porque la lucha nuestra no se conforma con cargos, esta oposición lucha por principios y por un verdadero cambio.
Desde el Zulia demostramos que llegó el momento de los valores y de la coherencia, de demostrarle al país que se puede hacer política con ética. Vamos a sumarnos todos a esta visión. Fuerza y Fe Venezuela.