Como venezolano me siento profundamente conmovido y orgulloso de los logros de nuestros atletas en los juegos olímpicos Tokio 2020, y más porque hablamos de medallas, participaciones y diplomas ganados con sangre, sudor y lágrimas, por esfuerzo propio, sacrificio, disciplina y amor por el país, y no precisamente por el apoyo o la inversión del régimen en el deporte, porque de eso no se ha contado desde hace tiempo.
Los testimonios de la nadadora tachirense, Paola Pérez y del boxeador Eldric Sella, por ejemplo, son muestra de la triste realidad que viven nuestros deportistas venezolanos.
Paola logró alcanzar el puesto 20 en la competencia de 10 kilómetros de aguas abiertas en los Juegos Olímpicos de Tokio, allí llegó gracias a su constancia y lucha incansable.
Pero, lo que el régimen no menciona en su falsa narrativa de triunfo, es que esta atleta se vio en la obligación de emigrar a Chile para poder entrenar en piscinas idóneas, pero que debido a la pandemia, tuvo que regresar a Venezuela donde no recibió apoyo del Estado, al punto que fue su propio padre quien fungió de su entrenador.
Una situación que le afectó a tal extremo que, según ella misma reveló, pensó en atentar contra su vida, pero gracias a Dios persistió, se repuso y con mucho sacrificio llegó a Tokio para poner en alto el nombre de Venezuela, y entrar en el ranking de las 20 mejores del mundo.
Seguimos con el caso de Eldric Sella, un testimonio vivo de la verdadera política deportiva fracasada del régimen de Nicolás Maduro.
Como millones de venezolanos, Sella migró hacia Trinidad y Tobago, ya no podía competir por Venezuela, por lo que decidió convertirse en el primer deportista latinoamericano en competir en el Equipo Olímpico de Refugiados.
Lamentablemente perdió su pelea, pero lo más triste es que pidió disculpas a su país por no haber obtenido el triunfo. Pidió disculpas a un país que le negó toda posibilidad de atención, toda una ironía ¿cierto?
A sus 18 años, Sella llegó a formar parte de la selección nacional venezolana, equipo en el que permaneció por siete meses, y del que salió por falta de recursos. En el año 2018, sin futuro y sin apoyo, salió de su casa del 23 de Enero y tomó rumbo hacia Trinidad y Tobago, nación que ahora le niega la posibilidad de retorno alegando problemas migratorios.
Las historias personales de nuestros medallistas y deportistas no hablan precisamente de apoyo e inversión del régimen en sus carreras. Yulimar Rojas y su presea de oro, así como las medallas de plata obtenidas por el ciclista BMX Daniel Dhers o de los halterofilistas Julio Mayora y Keydomar Vallenilla son manifestación de ello.
Para Julio, esa medalla de plata ganada con mucho sudor y sacrificio, es un logro de su humilde familia, así lo relatan ellos mismos cuando confiesan que la primera pesa se la había hecho su padre con una barra de acero y latas de leche con cemento, y su madre Betti Pernía, tenía que pedir para comprarle sus medias y sus zapatos.
En este caso de Julio, ¿Dónde está el apoyo de este régimen? Si la verdad es que por, precisamente la falta de recursos, no han podido reparar la vivienda de su familia que se vio severamente afectada por un incendio hace ya ocho años.
En todas estas historias, incluidas las de Yulimar Rojas y Daniel Dhers, los factores comunes han sido la falta de inversión en el deporte por parte del régimen, la migración, un profundo amor por el país y su sacrificio, pero también ha sido un factor coincidente la impertinente llamada de Nicolás Maduro de la mano de un condescendiente y adulador Ministro del Deporte, para intentar bañarse de una gloria que no les corresponde, ni les pertenece, porque poco ha sido su aporte en cada una de esas victorias y logros.
No hay que olvidar que el deporte de alto rendimiento en Venezuela en los últimos años ha estado plagado de escándalos de corrupción y de denuncias de atletas por condiciones inadecuadas de preparación y asistencia a competencias, así como la poca aprobación de recursos y falta de planificación.
De allí que insistimos, las medallas y los reconocimientos obtenidos por los venezolanos en Tokio 2020, son de puro honor, de sangre, sudor y lágrimas, ninguno de nuestros atletas, les debe nada al régimen, por el contrario, es el régimen el que tiene una gran deuda con ellos y con toda Venezuela.
De nuestra parte, felicitamos de corazón a todos los deportistas venezolanos, sepan que cada una de sus preseas y logros, han representado sonrisas y alegrías para todo un pueblo entristecido y afectado por una cruel dictadura.
Sigan adelante en su empeño y sigan llenándonos de esperanza, eso, les aseguro que vale más que mil llamadas de cualquier populista sin méritos.