El corazón nuestro ha estado en estos días en Arica, en la zona fronteriza entre Perú y Chile, pendientes de los cientos de venezolanos que, luego de pasar por miles de obstáculos, peligros y riesgos, bajas temperaturas, hambre y pena, con los pies adoloridos y una maleta llena de esperanza, se encontraron con un muro muy difícil de sortear y que no se esperaban, el muro de las visas y las restricciones migratorias.
Son decisiones de cada nación, y como demócratas así las respetamos, pero no podemos compartirlas, porque lejos de resolver el problema, lo va a agravar.
Los venezolanos no están saliendo para hacer turismo en otros países, no, están huyendo de su propio país, cruzando la frontera buscando refugio, dejando atrás familia, recuerdos, sus casas, sus pertenencias, caminando, en bus, por mar, por aire, todo para buscar el futuro que les fue negado en su Patria.
Una Patria usurpada por una dictadura criminal que se ha ocupado de saquearla, acabarla y violentarla, y que ha provocado que en los últimos 41 meses el éxodo venezolano ya supere los 4 millones de ciudadanos, emulando a una diáspora propia de países en guerra.
Si bien son decisiones autónomas y soberanas, a todos los países, en especial a Chile y a Perú, pedimos se flexibilicen las medidas, que entiendan que exigir tramites como visas y documentación vigente es empujar a cientos de venezolanos desesperados a caer en manos de una dictadura corrupta que extorsiona a todo aquel que pretenda realizar un trámite que en cualquier nación libre no implicaría mayor cosa, sin embargo, en Venezuela no es así. Levantar muros para impedir el ingreso de nuestros hermanos venezolanos es condenarlos a la desesperanza, esa razón que los llevó a partir.
Esos 5 mil venezolanos que a diario salen del país, no lo hacen por voluntad y deseo, están siendo obligados a salir para salvar sus vidas y la de los suyos, son ciudadanos desesperados en procura de refugio, una condición, que lamentablemente algunas naciones no han reconocido. Pero sabemos que no se puede negar lo obvio, hablamos de 4 millones de venezolanos fuera de su nación, más de 1.260.000 de ellos se han refugiado en Colombia, más de 750.000 en Perú; 288.000 en Chile; en Ecuador 250.000; Argentina con 130.000 y Brasil con 96.000 personas, entre otros tantos países de la región.
Son refugiados y así deben ser considerados y tratados, como ciudadanos de bien que han sufrido por culpa de una dictadura criminal.
Pedimos devolver la esperanza a esos venezolanos que permanecen varados en las fronteras esperando se les permita continuar su camino hacia su futuro.
Es mucho el sufrimiento al que han sido sometidos todos nuestros hermanos, por lo que nuevas restricciones a estas víctimas de la dictadura, podría ser considerado un acto de crueldad.
A todos los mandatarios y autoridades migratorias de la región pedimos no levantar más muros divisorios, muros que Venezuela nunca levantó, por el contrario, siempre se caracterizó por ser una nación de puertas abiertas para los inmigrantes.
A todos le recordamos que el problema de toda esta crisis migratoria, no son los migrantes, la raíz de toda esta crisis generada en el continente es Nicolás Maduro Moros y todo su régimen usurpador. En razón de ello, los invitamos a no accionar medidas que afecten a las víctimas, sino que se unan a nuestra lucha contra el victimario. Todo un continente unido para ejercer una lucha frontal hasta lograr el cese de la usurpación, un gobierno de transición y elecciones libres. Ese debe ser el propósito de todos los países aliados, devolver la esperanza a todos los venezolanos.