El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania nos está dejando muchas lecciones, al tiempo que nos está enviando diversas señales, que a algunos mantiene con sus barbas en remojo y a otros tantos asustados.
La reciente resolución de la Asamblea General de la ONU que condenó por mayoría aplastante la invasión rusa de Ucrania, las sanciones financieras y medidas punitivas acordadas por Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido, Francia y Canadá en contra de Rusia y directamente en contra de Vladimir Putin y su entorno de gobierno, militar y económico, nos habla claramente que Putin se está quedando sólo, que está perdiendo una guerra que él mismo declaró. Y que al quedar solo y derrotado, inevitablemente arrastrará con él a quienes lo apoyaron, Nicolás Maduro incluido.
Profundicemos en esta sesión histórica de la ONU que en tan solo dos días de jornada se escucharon los discursos de 117 de sus 193 países miembros.
La iniciativa obtuvo 141 votos a favor, cinco en contra, entre los que se contaron Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea, Rusia y Siria; y 35 abstenciones. El resto de los 12 países, entre ellos Venezuela, no asistió a la sesión. Solo esta sesión de la ONU nos habla de derrota y soledad del Kremlin.
Esta mayoría aprobó de forma contundente condenar la invasión rusa a Ucrania. Exige además que Rusia “deje inmediatamente de recurrir al uso de la fuerza contra Ucrania” y “retire inmediata, completamente y sin condiciones todas sus fuerzas militares”. Deplora también la alerta nuclear declarada por el presidente Vladímir Putin, una mención que fue omitida en la resolución del Consejo de Seguridad que Rusia vetó el pasado viernes.
Pero la condena a la invasión rusa no sólo fue política, fue también económica, en un intento por frenar el financiamiento de la guerra.
La orden de excluir a determinados bancos rusos del sistema financiero SWIFT, representa, sin duda, un duro golpe de la comunidad internacional a Rusia, pues con esta medida las instituciones financieras rusas quedarán aisladas y sus actividades globales se restringirán masivamente.
También se están aplicando otras sanciones en contra del sector financiero ruso. Entre otras sanciones, se han congelado los activos del Banco Central ruso en la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña. En otras palabras, toda transacción con el Banco Central de Rusia está prohibida.
Esta ola de sanciones y medidas impactará también a empresarios y oligarcas cercanos al Kremlin, dentro y fuera de Rusia. Sus activos quedarán congelados en la UE, y a muchos se les impedirá incluso obtener la ciudadanía europea para ellos y sus familiares.
Francia también se sumó y anunció que confiscará las pertenencias de las personas afectadas por estas sanciones de la UE. Se señala que se está levantando un registro de mansiones, yates y automóviles de lujo. Especialmente los localizados en la Costa Azul francesa, donde están las residencias de verano de rusos ricos.
Sería insensato pensar que tales medidas no afectarán al país invasor, o que las sanciones son inocuas; pero más inocente resultaría pensar que tales sanciones no afectarán, ni impactarán los intereses y las economías de los países que avalaron tal incursión bélica, como Venezuela, por ejemplo.
Ahora bien, en el ajedrez internacional, podría entenderse el apoyo de Nicolás Maduro a Vladimir Putin, considerando toda la trama de intereses económicos y de inversiones pactadas entre estos dos dictadores. El detalle está en que, desde el mismo momento que Nicolás Maduro decide apoyar a viva voz a Putin, también se hizo cómplice de la estela de muertes que esta guerra está dejando.
Pierde Putin y en consecuencia pierde Maduro, ninguno de los dos se salvará de la justicia y tarde o temprano tendrán que pagar por todos sus crímenes.