La renuncia de Pedro Pablo Kuczynski a la Presidencia de la República del Perú, luego de ser confrontado férreamente por la oposición fujimorista por presuntamente estar vinculado a escándalos de corrupción en el financiamiento de su campaña y por la compra de votos de congresistas para evitar su ejecución política, nos llevó a profundizar sobre esa decisión de renuncia y, por supuesto, a plantearnos el escenario de la necesaria y urgente renuncia del dictador Nicolás Maduro por el bien de Venezuela.
Rescato de su mensaje a la nación el siguiente extracto: “Lo mejor para el país es que yo renuncie a la Presidencia de la República porque no quiero ser un escollo para que nuestra Nación encuentre la senda de unidad y armonía que tanto necesita”. Eso lo dijo este miércoles PPK, según señaló, para proteger a su pueblo, evitar mayor conflictividad, y resguardarlo de la voraz persecución política emprendida en su contra.
Y trayendo esa situación para nuestra realidad, definitivamente, lo mejor para Venezuela sería la renuncia de Maduro.
Son dos los delitos que le señalan a PPK: Financiamiento de campaña por parte de Odebrecht y compra de votos a congresistas, y cabe destacar que, sin aún comprobarse ninguno de los delitos este decidió renunciar.
Estamos claros que, sin el ánimo de juzgar o de tomar partido en el asunto, la renuncia del Presidente por estas causas nunca se habría dado sin una verdadera autonomía de poderes, estado de derecho, libertad de expresión, libertades políticas, reconocimiento a la oposición y transparencia administrativa, amén, guste o no a muchos, la gallarda posición del presidente Pedro Pablo Kuczynski.
Ahora bien, hagamos una lista de alguno de los delitos que desde el 2013, fecha en la cual asumió la Presidencia, ha cometido Nicolás Maduro Moros, a saber: Violador Sistemático de Derechos Humanos, Asesino, Torturador, Autor de Crímenes de Lesa Humanidad, con comprobada Vinculación con el Narcotráfico y el Terrorismo, Corrupto y Estafador, Delincuente Electoral, y quien con su obcecada obsesión por el poder, ha hundido al país en la más profunda crisis de toda la historia, sumiendo al pueblo en hambre, miseria y muerte.
Tan solo uno de esta larga lista de delitos cometidos por el dictador, ameritaría un antejuicio de mérito, para su posterior destitución o declaratoria de incapacidad para gobernar. Porque si algo ha demostrado Nicolás, desde que asumió el poder, es que es tremendo incapaz.
Lamentablemente, en un país donde reina la impunidad, con un poder judicial dirigido por delincuentes, sin autonomía de poderes ni estado de derecho, sin libertades, ni de expresión y mucho menos política, donde se han ocupado de aniquilar a la disidencia y han creado un parapeto de poder legislativo hecho a su imagen y semejanza, el incapaz permanece impune.
Pero esta impunidad no es eterna, tarde o temprano la justicia llegará, y allí estaremos nosotros, mostrando al mundo el verdadero rostro del dictador asesino, ese que baila sobre los cadáveres de miles de niños que sucumbieron a la desnutrición porque a sus padres se les negó el acceso al dinero, a los alimentos, y las medicinas para salvarle la vida a sus hijos, o sobre los cadáveres de miles de trasplantados, dializados, con inmunodeficiencia, hemofílicos o pacientes de cáncer porque nunca encontraron reactivos, ni quimios, ni insumos para procurar su restablecimiento.
De eso nos encargaremos y no descansaremos hasta ver esa sentencia condenatoria ejecutarse, y mientras no nos cansaremos de reclamarle: Nicolás para que la Patria no siga sufriendo y por Venezuela ¡Renuncia!.