El Ejército de Liberación Nacional ya penetró hasta el oriente de Venezuela sin ningún tipo de freno y mucho menos un intento de defensa de la soberanía por parte de las Fuerzas Armadas nacionales.
No había salido el sol del primer día del año 2022 en el pueblo de Barrancas del Orinoco del estado Monagas cuando grupos irregulares se disputaban a tiros y a sangre el control del territorio.
No le bastan a los grupos irregulares colombianos penetrar la frontera venezolana por el flanco de la Guajira, por Guasdualito, por el Sur del Lago del estado Zulia o por Apure, ahora llegaron hasta el estado Monagas, y lo más sorprendente es que a siete días de estos sucesos sangrientos, en los cuales perdieron la vida siete nacionales, a la fecha y a esta hora, ni la Fiscalía de Maduro, ni Maduro, ni Padrino López, nadie del régimen, ha soltado una palabra ante tan abominables hechos.
Y es que lo que ocurrió aquel día y lo que sigue ocurriendo en Barrancas del Orinoco demuestra una vez más que en Venezuela mandan la guerrilla y las mafias. Y que las Fuerzas Armadas se hacen a un lado, siguiendo órdenes superiores, permitiendo que los violentos y los mafiosos se adueñen del territorio, manteniendo al pueblo bajo amenaza, dominados por el miedo y sitiados.
En Barrancas del Orinoco impera el caos, no hay insumos en el hospital, los alimentos escasean y los servicios son un monumento al abandono, lo único que allí ha prosperado es el Sindicato de Barrancas, tal como se le ha llamado a la organización criminal que controla el lugar y que está conformada por al menos cien hombres, que dominan la entrada, la salida, el comercio y el narcotráfico en la zona.
Pero este control fue trastocado por la guerrilla colombiana, quien en su incursión para tomar el poder, mantuvieron un conflicto armado con los del Sindicato por más de ocho horas aquel 1 de enero. Ocho horas de terror y fuego abierto, siete muertos, y a la fecha el régimen ensordece con su silencio.
El pasado 4 de enero los habitantes de Barrancas del Orinoco volvieron a sentir pánico. Balaceras y ráfagas se sintieron en la capital del municipio Sotillo de Monagas, muy a pesar de que finalmente los cuerpos de la policía y el ejército venezolano se hicieron presentes en el lugar del conflicto.
La gran tragedia la siguen sufriendo los ciudadanos, quienes deben decidir si quedarse a riesgo de sus propias vidas o desplazarse a otros estados también bajo riesgo, porque saben que no cuentan con un resguardo, ni ningún tipo de protección por parte de los cuerpos de seguridad que están en la obligación y en el deber de hacerlo.
Basta de tanta violencia y tanta impunidad. Vladimir Padrino López y Nicolás Maduro tienen que responder por estos hechos y por la penetración que ha alcanzado la guerrilla colombiana en nuestro territorio.
Condenamos estos hechos que afectan a los ciudadanos inocentes, mientras el régimen permanece en un silencio cómplice, haciéndose de la vista gorda y con sus bolsillos cada vez más gordos gracias a las alianzas establecidas con grupos violentos y con los disidentes de la guerrilla colombiana para hacer prosperar el negocio de la muerte, del terrorismo, la droga, la trata de blancas, la minería ilegal y el contrabando de armas.
Esto pasa en Venezuela, y el régimen no dice nada.