Estamos a solo 24 horas de la mayor y más significativa convocatoria de calle en Venezuela, día para demostrar que el venezolano no se rinde en su lucha por la libertad y un paso determinante en la ruta para poner fin al régimen criminal de Nicolás Maduro y a más de 20 años de debacle, corrupción, anarquía, populismo enfermizo, miseria y muerte.
El 16 de noviembre es la conjunción de todas las protestas y manifestaciones que los venezolanos han ejercido durante estos años. Es la mejor manera de reivindicar la lucha y el sacrificio de nuestros mártires que dieron su vida por la libertad, de los miles de heridos y cientos de presos políticos, de los exiliados, de los que sufren, de los que lloran, de los que pasan hambre, es la lucha de todos y la suma de todos los motivos para protestar.
Así debe ser entendido y asumido pues en definitiva, se trata de una lucha y de un compromiso que nos involucra a todos, sin distingo político, ni de cargo, sin diferenciación de clase o profesión, sin odios. No es un llamado que le pertenece a una sola persona, ni a un color partidista, pensarlo así es un error. Es un llamado que hace Venezuela, no sumarse a este llamado, es darle la espalda a ese país que sentimos como nuestra patria.
Es la protesta de mayor justificación de todos los tiempos, para alzar la voz por la familia venezolana, una familia dividida por el éxodo y el odio inoculado por el régimen, para reclamar libertad, libertad de nuestros presos político y para volver a sentir la libertad de decidir, de expresarnos, de escoger, reclamar por el bienestar que nos fue robado, para alcanzar la victoria y recuperar la democracia.
El venezolano, lamentablemente, ha aprendido a vivir en constante sobrevivencia y sacrificios. Hablamos de millones de ciudadanos impedidos de acceder al mínimo de alimentos, agua, gas, electricidad, gasolina, educación y atención médica en medio de una situación, sin señales de mejora.
Esos millones de venezolanos que están más que claros que la raíz de la crisis no es el éxodo, no es la hiperinflación, no es el desabastecimiento o la desnutrición, el origen de la crisis es un sistema político que llevó al país a la devastación, que ha jugado con el hambre y la necesidad de los ciudadanos como arma de sometimiento político, y por ello la solución de Venezuela pasa por sacar el problema de raíz. Poner fin a estos más de 20 años de este régimen corrupto y nefasto, que ha bailado sobre nuestros muertos, sobre el sufrimiento del pueblo y sobre nuestros presos políticos, todo por perpetuarse en el poder.
Este 16 de noviembre es la oportunidad de oro para romper con esas cadenas y poner fin a una vida de sacrificios y dolor. Los venezolanos han demostrado ser de una raza excepcional que ha superado miles de obstáculos, y estoy seguro, que acudirá a este llamado con el corazón, compromiso y valentía.
Solo así, fortalecidos en la unión, lograremos vencer a la dictadura, sin divisiones ni odios, una sola fuerza para lograr poner fin a la usurpación, un gobierno de transición y elecciones libres. Este 16 de noviembre es el momento para abrirnos camino hacia la libertad.