Esta frase es parte de un dicho muy venezolano y también muy sabio que dice: “Después del ojo afuera, no vale Santa Lucia”. Así le responden los venezolanos a Nicolás Maduro, quien en medio de las presiones internacionales, de la tormenta desatada a su alrededor y ante la fuerte y contundente advertencia del presidente norteamericano Donald Trump en su contra, ahora resulta que sufrió una epifanía repentina, y cambió su discurso hacia un falso “Mea Culpa”, que ya nadie le cree, porque ya el ojo está afuera, y no hay santo, ni cirujano que haga el milagro de arreglarlo.
Han sido 21 años de desastres, de corrupción, anarquía, de agonía e incertidumbre, 21 años defenestrando la moneda nacional “El Bolívar”, de desaparición de medicamentos, comida, efectivo, combustible y gas, de racionamiento de agua y electricidad y deterioro de la infraestructura de servicios, de declive de la calidad de vida del venezolano, de muerte, represión y una dictadura cada vez más cruel, de medidas populistas, de restricciones y controles, de expropiaciones y desastres ambientales, de saqueos, narcotráfico y terrorismo.
Y después de estos 21 años de violación constante de los derechos fundamentales de los venezolanos, surge un Nicolás Maduro en cadena nacional haciendo una especie de acto de constricción y falso arrepentimiento, dando un giro en su discurso, forzado por las presiones internacionales derivadas de la gira de legitimación de respaldos de Juan Guaidó por Europa, Canadá y Norteamérica, y en ese falso discurso afirmó que tal vez gran parte de la crisis que vivimos es su responsabilidad; pues Nicolás, ya es tarde, ya le sacaste el ojo a todos y cada uno de los venezolanos, y la posibilidad de un milagro, la perdiste.
Y la perdiste por ambicioso, por estar obsesionado con el poder, porque no te importó la vida de miles de niños venezolanos que han fallecido a la espera de su tratamiento oncológico, de un trasplante o una intervención quirúrgica, no te interesó el destino de millones de venezolanos que huyendo de ti, decidieron cruzar la frontera, exponiendo sus vidas y la de sus hijos; tampoco supiste escuchar ni dar respuesta al reclamo de millones de venezolanos que desde la calle exigían cambio.
No, tu redonda humanidad lo demuestra, preferiste quitarle el pan a un niño venezolano para comértelo tú, para llenarte los bolsillos y beneficiar solo a los tuyos.
Para ti, el pueblo venezolano solo quedó para una frase rimbombante de tu discurso socialista, solo eso, porque aunque te haces llamar “El Obrerista”, resultaste ser el más excluyente y tirano de todos los “revolucionarios” de tu clase.
Quisiste hacerte la victima ante la advertencia de Trump de que te aplastaría, saliste con tu clásico argumento de triste víctima y apelaste a un falso sentimiento nacionalista, al argumentar que a Venezuela no la aplasta nadie, y eso es cierto, a Venezuela no la aplasta nadie, pero a ti sí.
Se nos vienen horas interesantes y determinantes, el régimen intentará sacar sus últimas cartas, hará todo lo posible por dividirnos y enfrentarnos, por sembrar dudas en torno al legítimo liderazgo de Guaidó, ante ello, nuestro único escudo es unirnos, confiar y retomar la esperanza por la libertad como principal bandera.
Y cuando Maduro venga con una nueva promesa, con sus mentiras y manipulaciones, con sus falsos diálogos, con una caja de comida, o un bono del fulano Petro, cuando lo veamos dándose golpes de pecho, hay que restregarle esta frase tan sabia y tan oportuna que citamos hoy – Recuerda Nicolás “Después del ojo afuera, no vale Santa Lucía”.