277 monigotes de Nicolás Maduro, este 5 de enero, se prestaron para hacer comparsa al fraude que se instaló en el edificio del Capitolio Federal de Venezuela.
Hablamos de 277 monigotes, presididos por el monigote mayor, Jorge Rodríguez que con su sola presencia, hoy mancillan estos históricos espacios.
277 monigotes designados, no electos, por el dedazo de Nicolás, y cuyos nombres fueron escogidos, no por méritos, ni por trayectoria, y mucho menos por su preparación, sino por su capacidad para guardar silencio y hacerse cómplices de la chapuza electoral más grande y grave de la historia de Venezuela.
Y son en definitiva monigotes porque desde el método utilizado para su designación, como todas las argucias de las que se valieron para anular a los partidos de oposición y robar sus tarjetas, por la persecución y el acoso emprendido en contra de la verdadera oposición, como por el montaje de un CNE a su imagen y semejanza, como por su invento de “oposición moderada” y de la creación de los alacranes políticos, por todas estas patrañas, no pueden recibir otro calificativo, que monigotes.
Monigotes que serán los cómplices de la destrucción total del país, a quienes solo se les exigirá que levanten la mano, pero que no piensen, ni opinen, que no discrepen, ni hablen, solo que levanten la mano para disfrazar de legalidad, lo ilegal, para que garanticen el saqueo, la impunidad, el deterioro y la destrucción, para perpetuar esta nefasta dictadura y terminar de hundir a los venezolanos en la más profunda miseria y muerte, para eso están allí, y por ello son monigotes.
Como primer acto de lo que será uno de los períodos más grises que presenciará este edificio del Parlamento, los monigotes obedientes y complacientes, llegaron portando los símbolos de la destrucción de Venezuela: la foto del difunto dictador, génesis de la crisis humanitaria que hoy atraviesa el país, y la caricatura irrespetuosa que montaron con el rostro del Libertador, Simón Bolívar. Si así fue el comienzo, que podemos esperar de su gestión.
Una gestión que estará dirigida por los cuatro jinetes del apocalipsis, Jorge Rodríguez, Iris Varela, Didalco Bolívar y tras ellos Diosdado Cabello, cada uno simbolizando el hambre, la guerra, la muerte y la conquista del mal, que han desatado por todo nuestro país.
Pero ni piensen que seguirán actuando solos y amparados en la impunidad, no se equivoquen, pues desde el mismo 6 de diciembre, fecha en la cual se cristalizó el fraude, la comunidad internacional ha sido enfática en desacreditar y no avalar tal acto ilegal, mismo rechazo que se ha evidenciado y se mantendrá para denunciar ese teatro de monigotes, triste y cruelmente montado en los escenarios de la Asamblea Nacional.
Las naciones demócratas ya se han pronunciado, el Parlamento Europeo, el Grupo de Lima, la OEA, todos coinciden en su irrestricto apoyo al gobierno legítimo de Venezuela, liderado por Juan Guaidó y a la legítima Asamblea Nacional electa en el año 2015 y rechazan a una sola voz las tropelías del régimen de Maduro.
Por lo pronto, a los ladrones de la voluntad del pueblo le decimos que no canten victoria, que podrán llenar las paredes del Parlamento con sus símbolos de destrucción y gritar sus consignas de guerra y represión, pero el juego no se acaba hasta que se acaba. Que hay una oposición real, valiente, consecuente e incansable que sigue luchando en contra del régimen, que seguirá sumando voces y fuerzas para denunciar y actuar en contra de este fraude electoral y esta estocada a la democracia.
A ustedes, los 277 monigotes de Nicolás, recuerden, que todo acto irrito y en contra de los venezolanos, generará sus consecuencias, la justicia les llegará, tarde o temprano los alcanzará, porque la impunidad no es eterna.