Solo a un insensato e indolente como Nicolás Maduro Moros se le ocurre, en medio de la crisis humanitaria más aguda que hemos vivido en Venezuela, y en medio de la incertidumbre y miedo derivada del descontrol del coronavirus, lanzar la bomba de la venta de gasolina a precios internacionales.
Aunque ya a él poco le importa la sensatez y la cordura, aunque si los negocios y la corrupción, lo que esconde tras el anuncio de la llegada de la gasolina iraní, es todo un entramado de sobornos, corrupción, contrabando y dominación, que generará una espiral inflacionaria mayor, haciendo la vida del venezolano, que ya es insostenible, algo imposible de soportar.
Ya economistas han dado a conocer sus estimaciones del impacto de la gasolina a precio internacional, estamos hablando de un incremento en la gasolina de 91 octanos de 50.000 millones %, y la de 95 octanos en 165.000 millones %. Con una gasolina subsidiada a Bs 5.000 el litro y otra a precio internacional a Bs 95.000 ($0,50) el litro. Tal escenario implica que no habrá forma de impedir que en el entramado de corrupción se forme una red privilegiada y protegida de compradores de gasolina subsidiada para establecer un mercado negro.
Y como todo incremento unilateral e impuesto tendrá un impacto inmediato en el costo de los productos de la cesta básica, pagando los platos rotos la inmensa mayoría de los venezolanos, salvo los del régimen que se están beneficiando del negoción del siglo.
Y es que en medio de todo ya no sorprende el caradurismo y la desfachatez de los ladrones del régimen, quienes se ocuparon con ahínco de saquear y acabar con la industria petrolera al punto de aniquilar la capacidad de producción nacional de gasolina, que además anunciaron con bombos y platillos la llegada de buques iraníes, vendiéndolos como la gran salvación para los venezolanos, hasta izaron la bandera de Irán en nuestro territorio, pero resulta que lo que no le dijeron era que esta celebración iba a tener un alto costo y que ese costo lo tenían que pagar caro los ya sufridos y golpeados ciudadanos.
Para el que se acostumbra al dinero fácil y corrupto, como Maduro, Tarek El Aissami y los enchufados del régimen, no les duele, ni se inmutan al hablar de pago en dólares. Hablan con naturalidad, cual potentados de la corrupción, de pagos en dólares, de un precio internacional igual al de Estados Unidos, lo que ni dicen por ningún lado es que el salario mínimo de Venezuela apenas llega a 4 dólares con 50 céntimos mensuales mientras que en Estados Unidos es 1.500 dólares cada mes, con el cual tendrán que pagar más de 99 mil bolívares un litro de gasolina a 50 centavos de dólar, que implica 3.962.211,8 bolívares por 40 litros, a una tasa del BCV de Bs 198.110,59 por dólar.
Pero hay más aspectos que este régimen mantiene oculto, como por ejemplo, ¿este alto costo que estamos pagando los venezolanos, también lo pagará Cuba? ¿Los depauperados venezolanos estamos pagando de nuestros bolsillos el estilo de vida y la corrupción del régimen castrista? ¿Quiénes son los nuevos 200 grandes empresarios que importaran gasolina para venderla en las estaciones de servicio internacionales? ¿Hubo acaso licitación para ello? Sabemos que no, sabemos que fueron escogidos a dedo, una lista llena de familiares y compadres de la familia presidencial y de los ministros involucrados en el negoción.
El otro detalle que ocultan es que tras esta medida hay un claro mensaje de dominación, vuelven a imponer el nefasto Carnet de la Patria para alentar al sometimiento, para enviar el mensaje de “el que está conmigo tendrá gasolina “barata”, el que no lo está, pagará alto el precio de su rebeldía”.
Claro se trata de un mentira difícil de sostener como difícil le será mantener el suministro regular de combustible.
De esta manera Maduro pretende calmar la tensa situación en Venezuela, quiere aparecer como el gran salvador, el que logró suministrar gasolina al pueblo, lo que no se ha percatado es que lo que está haciendo es avivar la llama de descontento, apagando el fuego con combustible.
El venezolano en definitiva es un pueblo noble, resiliente y sobreviviente, que por largo tiempo se ha sometido a indignas colas para intentar mantenerse con vida y lograr un paquete de harina de maíz o de arroz, una bombona de gas, tobo de agua, o 20 litros de gasolina.
Pero también ha demostrado que es un pueblo valiente y aguerrido que sabe reaccionar y protestar ante la injusticia, que tal vez hoy, agobiado por la falta de gasolina, esperará con paciencia a ver qué pasa, pero que más temprano que tarde, al ver su vida una vez más en riesgo, no tardará en reaccionar y hará que toda esa indignación pase a la acción, al punto que no habrá anuncio ni promesa que calme ese fuego alimentado por la desesperanza, la decepción, la mentira, la rabia, el dolor y el hartazgo.
Maduro está jugando con candela y de esta puede salir quemado.