Hospitales centinelas, moteles y hoteles, gimnasios verticales, CDI, el Poliedro, todos estos espacios improvisados de confinamiento en Venezuela se han convertido en campos de concentración, o como también se les denominó en la Alemania Nazi, en campos de la muerte.
Los enfermos y sospechosos de COVID-19 están siendo recluidos en esos espacios, en total aislamiento e incomunicación, pero además de ello en total desatención y condiciones infrahumanas. Sin agua, sin alimentos, sin medicamentos, ni controles y mucho menos debida atención.
Mueren primero y su diagnóstico llega semanas después. Hay pánico entre los ciudadanos reconocerse algún síntoma y más pánico aún les causa reportarse ante una institución médica para pedir auxilio, pues en las actuales condiciones implica firmar su propia acta de defunción, pues sabe que implica recluirse y someterse a las condiciones más paupérrimas e indignas que ningún ser humano merece.
Muchos han preferido huir de los hospitales y de estos campos de concentración, para morir dignamente, en su casa y rodeados del amor de los suyos.
Testimonios de enfermos de COVID-19 que han sido recluidos en estos espacios dan cuenta de las condiciones de hacinamiento, y lo peor, que a muchos les ha tocado compartir su habitación o área con los cuerpos de aquellos que han sucumbido a la enfermedad, yacen allí, horas y días, sin que haya personal que los retire.
Y no hemos referido a la situación de extremo riesgo e indefensión del personal sanitario que está en la primera línea de atención de los enfermos de este terrible virus, de los cuales, y en lo referente al estado Zulia, estamos hablando de 22 médicos que han perdido la vida por esta enfermedad, sin contar al personal de enfermería, camilleros, ascensoristas, personal de seguridad, recepcionistas, todo el personal que opera en nuestros hospitales y en estos espacios improvisados destinados a la atención de enfermos y sospechosos de portar la sepa COVID-19, personal que no son debidamente dotados con trajes, máscaras, lentes, guantes, gel antibacterial, ni siquiera cubre bocas adecuados, suficientes o idóneos para resguardar sus vidas.
Nos atreveríamos a asegurar que con mejores equipos de protección y cupos asegurados para su atención en clínicas privadas, cuentan los usurpadores del régimen, sus familias y hasta sus amantes, porque poco les importa el destino o riesgos que corre el personal sanitario que es sometido a extensas y extenuantes guardias sin velar por su descanso, resguardo y en mucho de los casos, ni por su alimentación o transporte.
Hablamos de una terrible y fatal cifra de seres humanos y profesionales de la medicina, nuestros héroes caídos, muchos de ellos en esos campos de concentración socialistas. A este lunes 3 de agosto, van 22 médicos solo en el estado Zulia. Y de seguir en este esquema de improvisación y mentiras, ya pronto serán 40 médicos y más en el Zulia, ya no se hablará de 20 mil casos de contagios sino el doble, si acaso el triple.
Porque si hay algo que nos ha demostrado Nicolás Maduro es el profundo desprecio que siente hacia los venezolanos. La sola designación de un “bate quebrao” como el Potro Álvarez, un funcionario del régimen que ni el nombre se le conoce, y mucho menos sus méritos o logros, como responsable de un “hospital de campaña” que estará operando desde el Poliedro, es la mejor evidencia de ese desprecio.
Un sujeto con una responsabilidad, muy por encima de sus competencias, que de paso, dificultamos que tenga alguna.
Y ni hablar de las patéticas declaraciones de otro funcionario del Zulia a quien se le ocurrió decir que el desabastecimiento de gasolina y el caos que han generado con ello, fue algo “planificado y adrede” para prevenir más contagios. Alguien que se atreva a decir tal dislate, debe renunciar o ser destituido de inmediato.
La triste realidad es que el venezolano hoy solo cuenta con sus oraciones al buen Dios y a sus santos. Toda la corte celestial está obrando con sobretiempo en Venezuela debido a la incompetencia, incapacidad y desprecio a la humanidad demostrada por Nicolás Maduro y su combo de serviles, corruptos y cómplices del exterminio en toda nuestro país, convertido en el más grande campo de concentración del continente.