Solo una mente criminal, la más perversa de todas y sin escrúpulos es capaz de cometer actos como los ejecutados en contra del Capitán de Fragata Rafael Acosta Arévalo, mentes criminales que usurpan hoy el poder procedieron a secuestrar a un ciudadano, detenerlo en sus mazmorras, negarle el debido proceso, torturarlo hasta asesinarlo, no conforme con ello y con el interés de ocultar cualquier prueba incriminatoria, secuestraron su cuerpo por 12 días, tejieron además una red de complicidades en el poder judicial, y ordenaron mediante un tribunal efectuar una inhumación controlada, sin siquiera respetar los deseos de su maltratada y dolida familia que quería darle cristiana sepultura y su último adiós en el cementerio de Maracay.
El régimen criminal de Nicolás Maduro se encargó por todos los medios de planear la tapadera de su crimen, con un numeroso contingente de los cuestionados funcionarios de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) cerraron el cementerio del Este, impusieron el lugar del entierro e impidieron a la prensa ingresar al recinto.
Solo permitieron la presencia de cinco familiares de la víctima, fuertemente escoltados por efectivos de las FAES, el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) y la Dirección de Contrainteligencia Militar (DGCIM).
Ahora imagínense a su madre desgarrada por el dolor y la impotencia por el asesinato de su hijo, rodeada de quienes lo asesinaron. Es que hasta el sacerdote para dirigir la ceremonia del entierro también fue impuesto por los criminales.
Rafael Acosta Arévalo fue vilmente asesinado el viernes 28 de junio cuando se encontraba bajo custodia de funcionarios de la DGCIM, donde estuvo detenido desde el 21 de junio. Durante esa semana lo mantuvieron incomunicado y sometido a torturas, hasta llevarlo a la muerte.
La necropsia de ley practicada al cadáver del capitán de Fragata Rafael Acosta Arévalo, determinó como causa de muerte edema cerebral severo debido a insuficiencia respiratoria aguda, debido a rabdomiólisis por politraumatismo generalizado. Para hacernos una idea de la gravedad de las heridas infringidas intencionalmente a Acosta Arévalo, que cuando en un informe de autopsia citan el término Rabdomiólisis refieren a un síndrome de necrosis muscular que presentan las víctimas de terremotos, bombardeos, derrumbes de edificios. Es decir, que el capitán de Fragata Rafael Acosta Arévalo fue literalmente aplastado, no le dejaron un hueso intacto.
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De allí el interés de orquestar la tapadera para ocultar su crimen. Una reedición del asesinato y entierro controlado de Oscar Pérez, ex funcionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) asesinado durante un operativo en El Junquito, el 15 de enero, hace ya un año y siete meses.
También su familia fue obligada a esperar durante seis días para que les entregaran el cadáver, con un informe de necropsia lleno de inconsistencias, a quienes se les negó velarlo y tampoco pudieron darle sepultura donde tenían dispuesto hacerlo.
Estamos al frente, sin duda, de actuaciones criminales de una dictadura que persigue, encarcela, tortura, asesina y oculta las evidencias de su crimen y obstruye la justicia para seguir impunemente persiguiendo, encarcelando, torturando y asesinando a quienes disienten de su perversa ideología.
Pretenderán con estos actos evadir la justicia, pero esta llegará y los hará pagar a todos por sus crímenes y por la violación consecuente de los Derechos Humanos de todos los venezolanos. Nos ocuparemos de ello. En Venezuela no hay Estado de Derecho, pero los venezolanos tenemos la memoria y la sed de justicia intacta.
Nos sumamos al coro de voces de justicia que desde nuestro país le piden a la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, llevar estos crímenes, más el Informe que sobre Venezuela del pasado 4 de julio, a la Corte Penal Internacional, y sumárselos al ya amplio expediente de delitos de Lesa Humanidad cometidos por Nicolás Maduro y su dictadura criminal.
Crímenes como estos demuestran al mundo el talante asesino de Maduro, contra quien pedimos de la comunidad internacional acciones determinantes y firmes para que los venezolanos logren su propósito de cese definitivo de la usurpación. Un día más con este criminal en el poder es una condena a muerte a cualquiera de los cientos de presos políticos que permanecen en los calabozos del régimen. Para todos exigimos justicia y libertad inmediata. Y para la mente criminal que ocupa írritamente el poder, clamamos justicia, fin de la impunidad y cárcel.