Si alguna palabra puede describir cómo nos sentimos justo en este momento respecto a la terrible crisis que atraviesa nuestra Venezuela, es conmovidos y comprometidos.
Hay una cruda realidad y es que mientras avanzamos, en todos los caminos políticos y diplomáticos para lograr el cese de la usurpación, nuestros hermanos están viviendo en peores condiciones, tanto los que permanecen en Venezuela como muchos de los que continúan emigrando, todos están pasando penurias, y a ellos nos debemos y dedicamos nuestro trabajo, sacrificios y esfuerzo.
La crisis de Venezuela es tan compleja y grave que una sola vía no basta para enfrentarla. Porque mientras avanzan las dinámicas en el plano político y de presión, en las calles de Venezuela y en los cruces fronterizos, las lágrimas de dolor y de necesidad corren. De allí que deben ser atendidos en paralelo todos los aspectos. Salvar vidas mientras cesa la usurpación.
Lo hemos dicho, no hay cansancio que valga cuando el propósito es salvar vidas y a eso nos hemos dedicado.
Desde el mismo momento que recibimos la designación y la misión por parte del presidente ( E ) Juan Guaidó de activar por todos los medios posibles la Ayuda Humanitaria y lograr con ello regresar la esperanza a nuestros hermanos, la labor no ha cesado, las respuestas de decenas de países, más la activación de miles de voluntarios en todo el mundo y una legión de ángeles en las fronteras de nuestro país nos han motivado aún más.
A través de la coalición Ayuda y Libertad nos hemos dispuesto a activar jornadas de recolección en varias ciudades de Estados Unidos, y cada equipo de la Coalición ha coordinado jornadas de este tipo en las principales ciudades del mundo. La respuesta de solidaridad en cada una de estas jornadas ha sido abrumadora, no solo de venezolanos para venezolanos, sino de la comunidad que recibe a nuestros hermanos que también ha respondido regalándonos su corazón con cada donación, sea de medicamentos, abrigo o alimentos.
Lo que más nos ha sorprendido es que las manifestaciones de solidaridad no han cesado, sin necesidad de llamados a jornadas de recolección, las donaciones siguen llegando, y de ello pueden dar fe nuestros representantes diplomáticos en todo el mundo, cuyos espacios de trabajo se han vistos rebasados de amor y humanidad. Cuando de salvar vidas se trata, para nosotros no hay pequeños donativos
Tocando empresas de puerta a puerta, dialogando con organizaciones humanitarias y de cooperación, más el trabajo de nuestros diplomáticos y la labor de toda la diáspora venezolana, hemos logrado sensibilizar a la comunidad internacional sobre las urgentes necesidades de nuestro pueblo, cuyos índices de desnutrición y mortalidad han alcanzado niveles de alarma mundial.
Por ello continuamos activando jornadas de recolección de Ayuda Humanitaria, sumando voluntarios, aliándonos con organizaciones benéficas y tejiendo redes cada vez más fuertes con esa legión de ángeles que han abierto las puertas de la frontera a la ayuda, y que con su valiente y decidido apoyo hemos logrado que esta ayuda entre y salve vidas a más venezolanos.
Soy el primero en reconocer que haber ayudado a cerca de 800 mil venezolanos en estos 4 meses NO es suficiente, pero imaginen si todos dedicáramos unas horas a la semana a esto, a la Solidaridad, ¿Cuántas vidas más podríamos salvar?
Estamos convencidos de que una vez superada la crisis política, será la solidaridad y la hermandad que hemos logrado entre los pueblos, la que nos permitirá superarnos y volvernos a levantar como esa Venezuela que una vez fuimos y que volveremos a tener con el esfuerzo y el amor de todos.
Lo hemos dicho, la esperanza es lo último que podemos perder, ya hemos perdido tanto, que no podemos permitir que nos la roben. Nosotros seguiremos construyendo esperanza mientras se trabaja por la libertad de nuestro país.
La mejor y única ayuda efectiva para Venezuela, es la salida de Nicolás Maduro pero mientras se construye, salvemos vidas.