Un verdadero calvario es el que este régimen de Nicolás Maduro está haciendo pasar a nuestros hermanos venezolanos.
Su enfermiza obsesión por el poder lo ha convertido en criminal, sus manos están llenas de la sangre de miles de venezolanos, como la de Yaleidis López, joven monaguense de 18 años de edad quien murió la madrugada del 15 de mayo mientras intentaba parir en el hospital de Maturín. Sufría de preeclampsia y fue ruleteada luego que, en el ambulatorio de Aguasay, el médico de guardia se negara a atenderla por falta de suministros, el tiempo y la crueldad fueron determinantes en este lamentable deceso, su familia acusó a un teniente encargado de una estación de servicio por negarse a llenar el tanque de gasolina a la ambulancia que la trasladaría al centro asistencial.
También las manos de Maduro están bañadas con la sangre del pequeño Miguel Ángel, un bebé de apenas 11 meses, que murió tras ser vacunado en una jornada llevada a cabo en Chacao por el Distrito Sanitario 7, dependiente del Ministerio Popular de la Salud del régimen de Maduro y ejecutada por médicos cubanos. En el hecho otros pequeños resultaron intoxicados. Ante tan terrible como lamentable suceso nos preguntamos, ¿Cuál es la proveniencia de esas vacunas? ¿Qué protocolos de seguridad implementaron quienes las portaban y trasladaban?, acaso ¿Vale más el populismo, que la salud de los venezolanos? Estas son parte de las preguntas que tendrá que responder algún día el asesino mayor, quien actúa en pacto criminal con el régimen cubano.
Como la sangre de seis pacientes con insuficiencia renal en el estado Zulia, quienes fallecieron como consecuencia de diálisis incompletas, y a quienes el general miserable de Carlos Ríos Urbano, jefe de la Zodi, acusó de hacer uso de su condición de salud para surtir de gasolina y cobrar en dólares.
Esto solo por mencionar los casos más recientes a los que se le suma una interminable lista de venezolanos que han fallecido bajo la responsabilidad absoluta del usurpador.
Y es que la gran verdad tras el desabastecimiento de la gasolina, la carencia de agua, de gas, de los criminales racionamientos de electricidad, del oscuro manejo de la pandemia del Coronavirus y de la guerra de fake news en Venezuela, es que a Maduro para nada le importa la vida de los venezolanos, lo único que lo ocupa es mantenerse en el poder a costa de la vida de los ciudadanos.
Miles de venezolanos sometidos a una cuarentena de dudosa extensión, pero que están demostrando a diario que están dispuestos a desafiar el encierro para buscar comida, tratar de encontrar agua o surtirse de gasolina, pero también para reclamar sus derechos, porque también la tolerancia está escaseando.
Los venezolanos están al borde del colapso, y muy pronto no habrá ni 20 litros de gasolina dosificada, ni bolsa Clap, ni vacunas vencidas, ni menos horas de racionamiento eléctrico, ni menos días sin agua, que logren calmar ni detener a los ciudadanos, porque en la Venezuela de hoy Maduro se ocupó de acabar con todo, acabó con el agua, la gasolina, el gas, y hasta acabó con la paciencia.