Cuarenta y ocho días de rebelión popular en la calle no se paran por orden dictatorial ni por decreto. Un decreto que amenaza suspender las garantías constitucionales, pero ¿cuáles garantías están vigentes hoy? Porque la vida, la educación, la salud, la alimentación, la estabilidad, el voto y la protesta, son derechos que desde hace tiempo este régimen nos suspendió.
Ni la más férrea represión, ni los asesinatos, detenciones arbitrarias, juicios militares, ni las torturas, la cárcel, ni las embestidas de tanquetas han podido meter freno al pueblo venezolano que está en la calle, y un decreto no lo va a detener. Maduro ha reunido más poder que ningún otro dictador en el continente, y los resultados han sido decepcionantes.
Ha sido habilitado para gobernar sin límites; designó un TSJ a su medida, defenestró a la AN, politizó y compró a las Fuerzas Armadas, criminalizó la protesta, estafó a los venezolanos y hasta al propio Papa Francisco con el diálogo, secuestró el voto y el RR , inhabilitó y persiguió a los principales líderes de oposición, se inventó una Constituyente Comunal y ahora otro Decreto de Estado de Excepción, pero ha sido tan incompetente, que tanto poder no le ha servido para satisfacer las demandas del pueblo.
Maduro nos pretende engañar nuevamente con un decreto que según él restablecerá el orden por la vía de “medidas urgentes, contundentes, excepcionales y necesarias, para asegurar a la población el disfrute pleno de sus derechos, preservar el orden interno, el acceso oportuno a bienes, servicios, alimentos, medicinas y otros productos esenciales para la vida”, lo que se le pasa por alto a Maduro es que los venezolanos estamos claros que quien originó esta emergencia y esta crisis que hoy nos sacude fue él mismo.
Las únicas medidas contundentes, excepcionales y necesarias que esperamos y que nos sacarían de esta catástrofe son: Elecciones generales, libertad para los presos políticos, restitución plena de la AN, respeto a la autonomía de los poderes y apertura del canal humanitario. Solo el cumplimiento pleno de estas peticiones, es lo que detendrá la calle, no un decreto dictatorial, ni más represión, ni constituyentes a la medida.
Le recordamos a Maduro que el poder no se decreta, el poder se gana, y no hay decreto que frene al valiente pueblo venezolano. Con todas estas medidas desesperadas, lo que estamos viendo es a un dictador perdido, derrotado, errático y agotado, mientras, vemos a un pueblo crecido, fortalecido, unido y determinado a lograr su cometido: el cambio para Venezuela.